COMPARTIENDO EL EVANGELIO
Reflexiones radiales de Monseñor Rubén Oscar Frassia
Domingo 25 de septiembre de 2011 – 26º durante el año
DÍA BÍBLICO NACIONAL
Evangelio según San Mateo 21,28-32 (ciclo A)
Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: "¿Qué les parece? Un hombre tenía
dos hijos y, dirigiéndose al primero, le dijo: 'Hijo, quiero que hoy vayas a trabajar a mi viña'.
El respondió: 'No quiero'. Pero después se arrepintió y fue. Dirigiéndose al segundo, le dijo lo
mismo y este le respondió: 'Voy, Señor', pero no fue. ¿Cuál de los dos cumplió la voluntad de su
padre?". "El primero", le respondieron. Jesús les dijo: "Les aseguro que los publicanos y las
prostitutas llegan antes que ustedes al Reino de Dios. En efecto, Juan vino a ustedes por el
camino de la justicia y no creyeron en él; en cambio, los publicanos y las prostitutas creyeron en
él. Pero ustedes, ni siquiera al ver este ejemplo, se han arrepentido ni han creído en él.”
“El secreto es hacer la voluntad del Padre”
Este Evangelio nos habla de la coherencia, la adhesión y la pertenencia. También habla de la
respuesta, de la responsabilidad, de lo que significa fe y vida. No basta decir “¡Señor, Señor!”
sino que hay que ponerlo en práctica, encarnarlo en nuestra vida.
Muchas veces uno, en algún momento, se opone, dice “no quiero”, “no tengo ganas”, “me
cuesta”, “me va a ser imposible”, “no voy a poder”, todas las cosas que puede poner como excusa
o como resistencia. Pero luego reflexiona, piensa y hace la voluntad del Padre.
El secreto de todo esto es hacer la voluntad del Padre. ¡Acá esta la fuerza! Independientemente,
o sin tener en cuenta demasiado, de los presupuestos anteriores pero que nos puede costar y que
hay que hacer y terminar definitivamente haciendo la voluntad del Padre. En cambio el otro no
respondió porque dijo que sí, pero le respondió con indiferencia, le respondió por costumbre, le
respondió casi de memoria.
Por eso Jesús critica a los fariseos de aquél entonces; y ese fariseísmo de aquél entonces se puede
instalar en nuestra vida y podemos llegar a decir sí, yo cumplo, pero cumplo y no doy nada más -
el famoso "cumplimiento", cumplo y miento- porque en el fondo no le dí mi corazón a Dios; no le
dí toda mi vida a Dios; le respondí para sacármelo de encima, ¡ese es el problema! ¡No le respondí
para hacer la voluntad del Padre!
Muchas veces, aquellos que son pecadores, que se dan cuenta que son humildes, que realmente se
dan cuenta que están mal y que llaman a las cosas por su nombre, esos están más cerca porque
son humildes, se abren a Dios y se pueden arrepentir. En cambio el que cree que ya está
satisfecho, el que cree que ya está todo bien, ese está más lejos de Dios y del Reino.
Pidamos al Señor claridad; humildad para poder reconocer que todavía nos falta y que siempre
vamos a ser discípulos para estar cerca del Maestro. Y recordemos que, si en la vida llegamos a
ser maestros, nunca podemos olvidarnos de ser discípulos. El discípulo mira al maestro y el
maestro sigue siendo discípulo, es decir sigue aprendiendo.
Que el Señor nos ayude a reconocer pero para hacer, fundamentalmente, la voluntad de Nuestro
Padre que es lo mejor, lo principal y fundamental en nuestra vida.
Les dejo mi bendición para que, escuchando bien podamos responder bien, con el corazón, con la
inteligencia, con la mente, con la voluntad, ¡con toda la vida y con toda nuestra persona!, porque
el Señor merece la totalidad de nuestra vida en la respuesta: en el Nombre del Padre, del Hijo y
del Espíritu Santo.
Amén.