Llamar a los llamados
Nuestras relaciones sociales, familiares, amistosas se ven amenazadas por
el impacto de la tecnología. Nos hemos vuelto fríos, calculadores, muchas
veces enigmáticos. Nuestro interlocutor es un televisor o un computador. Lo
demás pasa a segundo plano. Todo comienza a ser virtual. Los
sentimientos, los afectos, la vida misma, se diluyen o se condicionan.
La liturgia de hoy es un canto a la vida, a la fiesta, a la convivencia. Toda
liturgia tiene esta profunda significación. El Dios cristiano es un Dios que
llama, que invita que celebra. No hace acepción de personas. Buenos y
malos tienen un puesto en su mesa (evangelio). La generosidad y la calidad
de sus manjares son su distinción (primera lectura). Son el signo de la vida
en abundancia.
Todo está preparado. Faltan los comensales. Entonces, van los
´voceadores´ “llamando a los llamados” (es la expresión del griego) para
que vengan al banquete. El verbo ´llamar´ expresa el sueño de Dios para
con toda la humanidad. Cuando Dios ama, ll(ama). Te llama, nos llama, nos
sigue llamando. Algunos se excusan. Aún a ellos los sigue llamando,
amando.
Toda vida humana obedece a una llamada única, personalizada de parte de
Dios. Somos libres para aceptarla. Y en esa llamada está nuestra realización
y plenitud. Dios llama a la excelencia, no a la mediocridad. En cualquier
situación, aún la más extrema, Dios te sigue llamando, es decir, te sigue
amando. Y la mesa está servida. Es tu vida para el servicio de los demás.
Cochabamba 09.10.11
jesús e. osorno g. mxy
jesus.osornog@gmail.com