EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Viernes de la XXVI Semana del Tiempo Ordinario
Libro de Baruc 1,15-22.
Ustedes dirán: Al Señor, nuestro Dios, pertenece la justicia; a nosotros, en cambio,
la vergüenza reflejada en el rostro, como sucede en el día de hoy; vergüenza para
los hombres de Judá y los habitantes de Jerusalén,
para nuestros reyes y nuestros jefes, para nuestros sacerdotes, nuestros profetas y
nuestros padres.
Porque hemos pecado contra el Señor,
le hemos sido infieles y no hemos escuchado la voz del Señor, nuestro Dios, que
nos mandaba seguir los preceptos que él puso delante de nosotros.
Desde el día en que el Señor hizo salir a nuestros padres del país de Egipto, hasta
el día de hoy, hemos sido infieles al Señor, nuestro Dios, y no nos hemos
preocupado por escuchar su voz.
Por eso han caído sobre nosotros tantas calamidades, así como también la
maldición que el Señor profirió por medio de Moisés, tu servidor, el día en que hizo
salir a nuestros padres del país de Egipto, para darnos una tierra que mana leche y
miel. Esto es lo que nos sucede en el día de hoy.
Nosotros no hemos escuchado la voz del Señor, nuestro Dios, conforme a todas las
palabras de los profetas que él nos envió.
Cada uno se dejó llevar por los caprichos de su corazón perverso, sirviendo a otros
dioses y haciendo el mal a los ojos del Señor, nuestro Dios.
Salmo 79(78),1-2.3-5.8.9.
Salmo de Asaf. Señor, los paganos invadieron tu herencia, profanaron tu santo
Templo, hicieron de Jerusalén un montón de ruinas;
dieron los cadáveres de tus servidores como pasto a las aves del cielo, y la carne
de tus amigos, a las fieras de la tierra.
Derramaron su sangre como agua alrededor de Jerusalén y nadie les daba
sepultura.
Fuimos el escarnio de nuestros vecinos, la irrisión y la burla de los que nos rodean.
¿Hasta cuándo, Señor? ¿Estarás enojado para siempre? ¿Arderán tus celos como un
fuego?
No recuerdes para nuestro mal las culpas de otros tiempos; compadécete pronto de
nosotros, porque estamos totalmente abatidos.
Ayúdanos, Dios salvador nuestro, por el honor de tu Nombre; líbranos y perdona
nuestros pecados, a causa de tu Nombre.
Evangelio según San Lucas 10,13-16.
¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran
hecho los milagros realizados entre ustedes, hace tiempo que se habrían
convertido, poniéndose cilicio y sentándose sobre ceniza.
Por eso Tiro y Sidón, en el día del Juicio, serán tratadas menos rigurosamente que
ustedes.
Y tú, Cafarnaún, ¿acaso crees que serás elevada hasta el cielo? No, serás
precipitada hasta el infierno.
El que los escucha a ustedes, me escucha a mí; el que los rechaza a ustedes, me
rechaza a mí; y el que me rechaza, rechaza a aquel que me envió".
Leer el comentario del Evangelio por
San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del Norte) y doctor de la
Iglesia
Discurso sobre los salmos, Sal. 49, §23
«El que os escucha a vosotros, a mí me escucha»
El que ha escuchado este versículo: "Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza"
(Salmo 49,14), ha dicho: "Cada día, cuando me levante, me iré a la iglesia y
cantaré un himno de la mañana; al final del día un himno de la noche y luego en mi
casa, un tercero y cuarto himno. Así haré cada día un sacrificio de alabanza y me
ofreceré a mi Dios». Es bueno hacerlo, si lo haces con verdad, pero ten cuidado de
tranquilizarte con lo que haces, y... teme que, tu lengua hable bien delante de Dios
y tu vida no hable mal ante él... Ten cuidado de vivir mal, hablando bien.
¿Por qué? Porque Dios dice al pecador: "¿Por qué recitas mis mandamientos y
guardas mi alianza en tu boca [tú que detestas mi enseñanza]?"(V. 16-17) mirad
con qué temor debemos hablaros... Vosotros, mis hermanos, que estáis seguros; si
escuchas cosas buenas, Dios te escucha, independientemente de la boca que te
habla. Pero Dios no ha querido dejar a aquellos que hablan, sin reprenderlos, para
que no se duerman tranquilos, en una vida desordenada, diciéndose que hablan del
bien, diciéndose: "Dios no querrá que nos perdamos, nosotros, por los que quería
decir cosas buenas a su pueblo». Por lo tanto, vosotros los que habláis, quienquiera
que seáis, escuchad lo que os digo; vosotros que queréis ser escuchados, escuchad,
los primeros... Puedo escuchar el primero, puedo escuchar, escuchar mejor que
todos "lo que el Señor Dios me dijo, para oír las palabras de paz a su pueblo" (Sal
84,9).
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”