EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Sábado de la XXVI Semana del Tiempo Ordinario
Libro de Baruc 4,5-12.27-29.
¡Animo, pueblo mío, memorial viviente de Israel!
Ustedes fueron vendidos a las naciones, pero no para ser aniquilados; es por haber
excitado la ira de Dios, que fueron entregados a sus enemigos.
Ustedes irritaron a su Creador, ofreciendo sacrificios a los demonios y no a Dios;
olvidaron al Dios, eterno, el que los sustenta, y entristecieron a Jerusalén, la que
los crió.
Porque ella, al ver que la ira del Señor se desencadenaba contra ustedes, exclamó:
"Escuchen, ciudades vecinas de Sión: Dios me ha enviado un gran dolor.
Yo he visto el cautiverio que el Eterno infligió a mis hijos y a mis hijas.
Yo los había criado gozosamente y los dejé partir con lágrimas y dolor.
Que nadie se alegre al verme viuda y abandonada por muchos. Estoy desolada por
los pecados de mis hijos, porque se desviaron de la Ley de Dios:
¡Animo, hijos, clamen a Dios, porque aquel que los castigó se acordará de ustedes!
Ya que el único pensamiento de ustedes ha sido apartarse de Dios, una vez
convertidos, búsquenlo con un empeño diez veces mayor.
Porque el que atrajo sobre ustedes estos males les traerá, junto con su salvación,
la eterna alegría".
Salmo 69(68),33-35.36-37.
Que lo vean los humildes y se alegren, que vivan los que buscan al Señor:
porque el Señor escucha a los pobres y no desprecia a sus cautivos.
Que lo alaben el cielo, la tierra y el mar, y todos los seres que se mueven en ellos;
porque el Señor salvará a Sión y volverá a edificar las ciudades de Judá:
el linaje de sus servidores la tendrá como herencia, y los que aman su nombre
morarán en ella.
Evangelio según San Lucas 10,17-24.
Los setenta y dos volvieron y le dijeron llenos de gozo: "Señor, hasta los demonios
se nos someten en tu Nombre".
El les dijo: "Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo.
Les he dado poder para caminar sobre serpientes y escorpiones y para vencer todas
las fuerzas del enemigo; y nada podrá dañarlos.
No se alegren, sin embargo, de que los espíritus se les sometan; alégrense más
bien de que sus nombres estén escritos en el cielo".
En aquel momento Jesús se estremeció de gozo, movido por el Espíritu Santo, y
dijo: "Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas
a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque
así lo has querido.
Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie sabe quién es el Hijo, sino el Padre,
como nadie sabe quién es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera
revelar".
Después, volviéndose hacia sus discípulos, Jesús les dijo a ellos solos: "¡Felices los
ojos que ven lo que ustedes ven!
¡Les aseguro que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven y no lo
vieron, oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron!".
Leer el comentario del Evangelio por
San Juan Crisóstomo (v. 345-407), sacerdote en Antioquía, después obispo
de Constantinopla, doctor de la Iglesia
Homilía I sobre la 1ª carta a los Tesalonicenses
"Jesús exulta de gozo, bajo la acción del Espíritu Santo»
«Vosotros habéis llegado a ser los imitadores del divino Maestro» dice Pablo.
¿Cómo es esto? «Recibiendo la palabra junto con las pruebas, en la alegría de el
Espíritu Santo» (1T 1,6)... La prueba afecta a la parte material de nuestro ser; la
alegría brilla en la parte espiritual. Me explico: los acontecimientos de la vida son
tristes y dolorosos, pero los resultados son gozosos, el Espíritu lo quiere así. Es
pues posible, que no se acoja con gozo cuando se sufre, si se sufre por los propios
pecados, pero se dejará flagelar con regocijo si es por Cristo (cf. Hch 5,41).
Esto es lo que el apóstol llama el «gozo del Espíritu»; se respira en lo que la
naturaleza rechaza con horror. Donde habéis suscitado mil penas, dice, habéis
sufrido la persecución, pero el Espíritu no os ha abandonado en estas pruebas.
Como los tres jóvenes fueron rodeados de un suave rocío en el horno (Dn 3),
vosotros lo estáis también en la prueba. Sin duda esto no dependía de la naturaleza
del fuego y no podía tener otra causa, que el soplo del Espíritu. No entra en la
naturaleza de la prueba, dar alegría, y esta alegría no puede venir más que de un
sufrimiento pasado anteriormente por Cristo y del divino rocío del Espíritu, que
transforma en lugar de descanso, el horno de las pruebas. «Con alegría» dice, y no
con una alegría cualquiera, sino con una alegría inagotable; es esto lo que es
necesario entender, en cuanto que el Espíritu Santo es el autor.
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”