EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Martes de la XXVII Semana del Tiempo Ordinario
Libro de Jonás 3,1-10.
La palabra del Señor fue dirigida por segunda vez a Jonás, en estos términos:
"Parte ahora mismo para Nínive, la gran ciudad, y anúnciale el mensaje que yo te
indicaré".
Jonás partió para Nínive, conforme a la palabra del Señor. Nínive era una ciudad
enormemente grande: se necesitaban tres días para recorrerla.
Jonás comenzó a internarse en la ciudad y caminó durante todo un día,
proclamando: "Dentro de cuarenta días, Nínive será destruida".
Los ninivitas creyeron en Dios, decretaron un ayuno y se vistieron con ropa de
penitencia, desde el más grande hasta el más pequeño.
Cuando la noticia llegó al rey de Nínive, este se levantó de su trono, se quitó su
vestidura real, se vistió con ropa de penitencia y se sentó sobre ceniza.
Además, mandó proclamar en Nínive el siguiente anuncio: "Por decreto del rey y de
sus funcionarios, ningún hombre ni animal, ni el ganado mayor ni el menor,
deberán probar bocado: no pasten ni beban agua;
vístanse con ropa de penitencia hombres y animales; clamen a Dios con todas sus
fuerzas y conviértase cada uno de su mala conducta y de la violencia que hay en
sus manos.
Tal vez Dios se vuelva atrás y se arrepienta, y aplaque el ardor de su ira, de
manera que no perezcamos".
Al ver todo lo que los ninivitas hacían para convertirse de su mala conducta, Dios se
arrepintió de las amenazas que les había hecho y no las cumplió.
Salmo 130(129),1-2.3-4ab.7-8.
Canto de peregrinación. Desde lo más profundo te invoco, Señor,
¡Señor, oye mi voz! Estén tus oídos atentos al clamor de mi plegaria.
Si tienes en cuenta las culpas, Señor, ¿quién podrá subsistir?
Pero en ti se encuentra el perdón, para que seas temido.
Pero en ti se encuentra el perdón, para que seas temido.
espere Israel al Señor, porque en él se encuentra la misericordia y la redención en
abundancia:
él redimirá a Israel de todos sus pecados.
Evangelio según San Lucas 10,38-42.
Mientras iban caminando, Jesús entró en un pueblo, y una mujer que se llamaba
Marta lo recibió en su casa.
Tenía una hermana llamada María, que sentada a los pies del Señor, escuchaba su
Palabra.
Marta, que estaba muy ocupada con los quehaceres de la casa, dijo a Jesús:
"Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola con todo el trabajo? Dile que
me ayude".
Pero el Señor le respondió: "Marta, Marta, te inquietas y te agitas por muchas
cosas,
y sin embargo, pocas cosas, o más bien, una sola es necesaria. María eligió la
mejor parte, que no le será quitada".
Leer el comentario del Evangelio por
Santo Tomas Moro (1478-1535), hombre de Estado inglés, mártir
Tratado para recibir el Cuerpo del Señor
«Marta lo recibe en su casa...; María...escucha su palabra»
Habiendo recibido a Nuestro Señor en la Eucaristía, teniéndolo presente en
nuestro cuerpo, no vayamos a dejarlo completamente solo, para ocuparnos de otra
cosa, sin hacerle más caso...: que él sea nuestra única ocupación. Dirijámonos a él
con una oración ferviente; entretengámonos con él con entusiastas meditaciones.
Digamos con el profeta: «Escucharé las palabras que el Señor me dice en lo más
íntimo de mi corazón» (Sal. 84,9). Ya que, si... le prestamos toda nuestra atención,
no dejará de pronunciar en nuestro interior, bajo forma de inspiraciones, tal o cual
palabra destinada a aportarnos un gran consuelo espiritual y de provecho para
nuestra alma.
Seamos pues a la vez Marta y María. Con Marta, procuremos que toda nuestra
actividad exterior sea en beneficio de Él, consiste en hacerle buen recibimiento, a Él
primero, y también por amor a Él, a todos los que le acompañan, es decir, a los
pobres de los que Él mismo tiene a cada uno, no sólo por su discípulo, sino por sí
mismo: «Lo que hacéis al más pequeño de mis hermanos, a mí mismo me lo
hacéis» (Mt 25,40)... Esforcémonos en retener a nuestro huésped. Digámosle con
los dos discípulos de Emaús: «Quédate con nosotros, Señor» (Lc 24,29). Y
entonces, estemos seguros, de que no se alejará de nosotros, a menos que
nosotros mismos le alejemos por nuestra ingratitud.
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”