Dedicación de la Basílica del Salvador
9 de noviembre
San Juan de Letrán, en Roma, es la Catedral del Papa, es el primer gran templo en la
capital del imperio después de la persecución, la primera presencia pública de la iglesia
en el corazón de Roma.
Los templos han sido siempre lugares por antonomasia de la presencia de Dios. Los
textos de hoy nos presentan diferentes niveles de esta presencia y nos invitan a ampliar
la significación de la palabra "templo". También juegan con la palabra “iglesia”, puesto
que los templos-cristianos se denominan corrientemente “iglesias”.
En el evangelio Jesús habla del templo. De su costado abierto mana (como en la
visión de Ezequiel: 1. lectura) una fuente viva y vivificante que purifica las aguas saladas
del mar muerto (que vuelven a la vida, con abundancia de peces), y que hace crecer toda
clase de frutales y hojas medicinales por dondequiera que llegue la corriente.
Nosotros somos el templo de Dios, que es sagrado y en el que habita el Espíritu de
Dios. Ha sido construido por el mismo Dios, con la colaboración humana, sobre el único
cimiento: Jesucristo, Templo personal de Dios, en quien descansa en plenitud el Espíritu
de Dios (Mt 3,16; Mc 1, 10; Lc 3,22; Jn 1, 32-33; Lc 4, 16-21).
Los edificios visibles donde nos reunimos figuran esta realidad: las iglesias, la
Iglesia; los templos, el Templo; los altares, el Altar. Son casa de oración, lugar de
presencia y la acción de Dios (prefacio).
Los templos, más que casa de Dios, son casa de la comunidad cristiana. Esta se
reúne aquí para proclamar la palabra y celebrar la Eucaristía.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)