Lunes 26 de Septiembre de 2011
Lunes 26ª semana de tiempo ordinario 2011
Zacarías 8,1-8
En aquellos días, vino la palabra del Señor de los ejércitos: "Así dice el
Señor de los ejércitos: Siento gran celo por Sión, gran cólera en favor de ella. Así
dice el Señor: Volveré a Sión y habitaré en medio de Jerusalén. Jerusalén se
llamará Ciudad Fiel, y el monte del Señor de los ejércitos, Monte Santo. Así dice el
Señor de los ejércitos: De nuevo se sentarán en las calles de Jerusalén ancianos y
ancianas, hombres que, de viejos, se apoyan en bastones. Las calles de Jerusalén
se llenarán de muchachos y muchachas que jugarán en la calle. Así dice el Señor de
los ejércitos: Si el resto del pueblo lo encuentra imposible aquel día, ¿será también
imposible a mis ojos? -oráculo del Señor de los ejércitos-. Así dice el Señor de los
ejércitos: Yo libertaré a mi pueblo del país de oriente y del país de occidente, y los
traeré para que habiten en medio de Jerusalén. Ellos serán mi pueblo, y yo seré su
Dios con verdad y con justicia."
Salmo responsorial: 101
R/El Señor reconstruyó Sión, y apareció en su gloria.
Los gentiles temerán tu nombre, / los reyes del mundo, tu gloria. /
Cuando el Señor reconstruya Sión, / y aparezca en su gloria, / y se vuelva a las
súplicas de los indefensos, / y no desprecie sus peticiones. R.
Quede esto escrito para la generación futura, / y el pueblo que será
creado alabará al Señor. / Que el Señor ha mirado desde su excelso santuario, /
desde el cielo se ha fijado en la tierra, / para escuchar los gemidos de los cautivos /
y librar a los condenados a muerte. R.
Los hijos de tus siervos vivirán seguros, / su linaje durará en tu
presencia, / para anunciar en Sión el nombre del Señor, / y su alabanza en
Jerusalén, / cuando se reúnan unánimes los pueblos / y los reyes para dar culto al
Señor. R.
Lucas 9,46-50
En aquel tiempo, los discípulos se pusieron a discutir quién era el más
importante. Jesús, adivinando lo que pensaban, cogió de la mano a un niño, lo puso
a su lado y les dijo: "El que acoge a este niño en mi nombre me acoge a mí; y el
que me acoge a mí acoge al que me ha enviado. El más pequeño de vosotros es el
más importante."
Juan tomó la palabra y dijo: "Maestro, hemos visto a uno que echaba
demonios en tu nombre y, como no es de los nuestros, se lo hemos querido
impedir." Jesús le respondió: "No se lo impidáis; el que no está contra vosotros,
está a favor vuestro."
COMENTARIOS
«El que no está contra vosotros, está con vosotros»
La Iglesia, en virtud de la misión que tiene de iluminar a todo el
orbe con el mensaje evangélico y de reunir en un solo Espíritu a todos los hombres
de cualquier nación, raza o cultura, se convierte en señal de la fraternidad que
permite y consolida el diálogo sincero.
Lo cual requiere, en primer lugar, que se promueva en el seno de la
Iglesia la mutua estima, respeto y concordia, reconociendo todas las legítimas
diversidades, para abrir, con fecundidad siempre creciente, el diálogo entre todos
los que integran el único Pueblo de Dios, tanto los pastores como los demás fieles.
Los lazos de unión de los fieles son mucho más fuertes que los motivos de división
entre ellos. Haya unidad en lo necesario, libertad en lo dudoso, caridad en todo.
Nuestro espíritu abraza al mismo tiempo a los hermanos que
todavía no viven unidos a nosotros en la plenitud de comunión y abraza también a
sus comunidades. Con todos ellos nos sentimos unidos por la confesión del Padre y
del Hijo y del Espíritu Santo y por el vínculo de la caridad, conscientes de que la
unidad de los cristianos es objeto de esperanzas y de deseos hoy incluso por
muchos que no creen en Cristo. Los avances que esta unidad realice en la verdad y
en la caridad bajo la poderosa virtud y la paz para el universo mundo. Por ello, con
unión de energías y en formas cada vez más adecuadas para lograr hoy con eficacia
este importante propósito, procuremos que, ajustándonos cada vez más al
Evangelio, cooperemos fraternalmente para servir a la familia humana, que está
llamada en Cristo Jesús a ser la familia de los hijos de Dios.
Nos dirigimos también por la misma razón a todos los que creen en
Dios y conservan en el legado de sus tradiciones preciados elementos religiosos y
humanos, deseando que el coloquio abierto nos mueva a todos a recibir fielmente
los impulsos del Espíritu y a ejecutarlos con ánimo alacre.
El deseo de este coloquio, que se siente movido hacia la verdad por
impulso exclusivo de la caridad, salvando siempre la necesaria prudencia, no
excluye a nadie por parte nuestra, ni siquiera a los que cultivan los bienes
esclarecidos del espíritu humano, pero no reconocen todavía al Autor de todos ellos.
Ni tampoco excluye a aquellos que se oponen a la Iglesia y la persiguen de varias
maneras. Dios Padre es el principio y el fin de todos. Por ello, todos estamos
llamados a ser hermanos. En consecuencia, con esta común vocación humana y
divina, podemos y debemos cooperar, sin violencias, sin engaños, en verdadera
paz, a la edificación del mundo.
Concilio Vaticano II
Constitución sobre la Iglesia en el mundo actual «Gaudium et spes», §
92
( Extracto de EVANGELIO DEL DÍA)