XXVI Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo A
Homilía basada en el Catecismo de la Iglesia Católica
«Se entra en el Reino por la acogida y el seguimiento de Jesús»
I. LA PALABRA DE DIOS
Ez 18,25-28: «Cuando el malvado se convierta de su maldad, salvará su
vida»
Sal 24,4bc-5.6s.8s.: «Recuerda, Señor, que tu misericordia es eterna»
Flp 2,1-11: «Tened entre vosotros los sentimientos de una vida en Cristo
Jesús»
Mt 21,28-32: «Los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en
el camino del Reino de Dios»
II. APUNTE BÍBLICO-LITÚRGICO
La segunda parábola del Reino (cf Domingo anterior) censura al que dice y no hace,
y alaba, en cambio, al que se arrepiente de haber dicho que no a Dios y termina
haciendo lo que Él quiere. Esto es: aceptar y seguir al Enviado, al Hijo. El pueblo
antiguo en su mayoría tenía a Dios en los labios pero desechó al Enviado (cf
Domingo siguiente). El pueblo nuevo, pecador, y «los publicanos y las prostitutas»
del antiguo «os llevan la delantera [a los jefes del antiguo] en el camino del Reino
de Dios», porque aceptan al Enviado.
El mensaje de este Domingo invita a los cristianos a vivir conforme a su identidad
en el seguimiento a Jesucristo. Alcanzar los sentimientos y las costumbres propias
de la vida en Cristo.
III. SITUACIÓN HUMANA
Decir y no hacer es lo que Jesús denuncia. «Del dicho al hecho va mucho trecho»,
dice la sabiduría popular. Según el evangelio, ese largo trecho no puede salvarlo el
hombre solo. Lo salva con Jesús.
No es la eficacia el supremo valor que exige el evangelio, a diferencia del
pensamiento actual. Más bien se reclama del cristiano la coherencia del pensar y
del vivir.
IV. LA FE DE LA IGLESIA
La fe
– En las parábolas se nos describen el Reino y sus caminos: «Jesús llama a entrar
en el Reino a través de las parábolas, rasgo típico de su enseñanza... Por medio de
ellas invita al banquete del Reino... las palabras no bastan hacen falta obras (cf Mt
21,28-32). Las parábolas son como un espejo para el hombre: ¿acoge la palabra
como un suelo duro o como una buena tierra...? ¿Qué hace con los talentos
recibidos...? Jesús y la presencia del Reino en este mundo están secretamente en el
corazón de las parábolas.
– Es preciso entrar en el Reino, es decir, hacerse discípulo de Cristo para «conocer
los Misterios del Reino...» ... Para los que están «fuera»... la enseñanza de las
parábolas es algo enigmático..." (546).
La respuesta
– «Maestro, ¿qué he de hacer yo de bueno para conseguir la vida eterna?... Si
quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos...» "Cuando le hacen la
pregunta «¿cuál es el mandamiento mayor de la Ley?»... Jesús responde: «Amarás
al Señor tu Dios con todo tu corazón... El segundo es semejante a éste: Amarás a
tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos penden toda la Ley y los
Profetas»... El Decálogo debe ser interpretado a la luz de este doble y único
mandamiento de la caridad, plenitud de la Ley..." (2055).
– Sobre el Decálogo: 2056-2068.
El testimonio cristiano
– «Como la caridad comprende dos preceptos en los que el Señor condensa toda la
ley y los profetas... así los diez preceptos se dividen en dos tablas: tres están
escritos en una tabla y siete en la otra (S. Agustín, serm 33, 2, 2)» (2067).
– "«Por el decálogo, Dios preparaba al hombre para ser amigo y tener un solo
corazón con el prójimo» (San Ireneo)" (2063).
Decir y hacer es adherirse a Jesús y seguir el camino de los mandamientos,
sintetizado en el doble precepto del amor. Este Amor es la Caridad, que el Espíritu
Santo derrama en nuestros corazones (cf Rm 5,5) y se nutre de la Eucaristía.
Con permiso de Almudi.org