INTRODUCCIÓN
Esta es la tercera obra que les presentamos en torno a las homilías y reflexiones
sobre la Liturgia de la Palabra de la Santa Misa: la primera fue DEJARSE SEDUCIR POR LA
PALABRA, QUE DA VIDA ETERNA; Homilías de los ciclos A, B, C; la segunda “VENGAN A
COMER” (Jn 21, 12): La Palabra de Dios meditada en la primera lectura año I-II; ahora
ofrecemos LA BELLEZA “LA ENSEÑANZA DE LOS SALMOS: Reflexiones para la Misa de
cada día, Año I-II. En un futuro no muy lejano, dos años máximo, ofreceremos las
meditaciones del santo Evangelio del año I-II, que, por demás cabe decir, que es de lo
que más se predica, no así de lo salmos y de la primera lectura.
Podemos decir que los salmos no sólo son oraciones poéticas o cantos con el que el
pueblo de Israel expresaba a Dios sus sentimientos, ideas y peticiones, sino también una
gran riqueza con la que podemos alimentar al pueblo de Dios con la enseñanza, que
dimana de ellos, en la diaria predicación. Al ser inspirados por Dios, los salmos nos
enseñan a orar con la palabra de Dios y sacar conclusiones prácticas para nuestra vida.
Hablemos ahora un poco sobre el origen de los salmos y el Pueblo de Israel y de su
enseñanza y riqueza de esta Palabra de Dios, también para la Iglesia desde los primeros
siglos del cristianismo, y desde luego del mismo Jesús, que hace frecuentes citas de ellos
tanto como cumplimiento de su persona, vida y misión, como en su predicación.
Primero decimos que la oración privada y comunitaria de los judíos se ha alimentado
a lo largo de los siglos con el Libro de los Salmos. La Iglesia ha dado un puesto
distinguido en la Liturgia de las horas y en el Oficio de Lectura a la recitación y canto de
los salmos. En las Misas, los salmos forman parte de la Liturgia de la palabra en forma
responsorial. El Salterio ha sido llamado „el libro de oraciones de la Iglesia‟ por su
reiterado uso en la Liturgia. La piedad privada de muchos hombres y mujeres de Dios se
ha alimentado con la oración de los Salmos. Así, por ejemplo, San Agustín escribe sus
largas Enarraciones sobre los salmos, en las que el Salterio es utilizado como tema de
comentario y de oración.
Los salmos formaban parte de toda liturgia judía, tanto en el templo como en la
casa. Por ello formaban parte esencial de la vida religiosa del pueblo. Jesús oraba con los
salmos, como se ve en los evangelios. Los apóstoles transmitieron a los primeros
cristianos su cariño especial por los salmos, y Pablo recomienda cantarlos con corazón
agradecido (Col 3, 16). Las primeras comunidades cristianas descubrieron la presencia
oculta de Cristo en varios de ellos.
Con el tiempo los salmos se convirtieron en cánticos de la Iglesia y pasaron a ser
parte de la celebración eucarística y Liturgia de las horas. Al orar con ellos, nos unimos a
la alabanza incesante de los cristianos y de la comunidad judía.
Nuestra reflexión ha buscado sobre todo destacar el significado religioso de los
salmos, mostrando cómo, aun habiendo sido escritos hace muchos siglos por creyentes
judíos, pueden ser usados en la oración de los discípulos de Cristo y para sacar
enseñanzas, que sintonizan extraordinariamente bien para cada situación de nuestra vida,
cualquiera que sea nuestro estado de vida. Para ello hemos recurrido a los resultados de
la exégesis, a lo que nos enseña la Tradición, y sobre todo siguiendo la enseñanza de los
dos últimos Papas.
El Concilio Vaticano y la Renovación de la Iglesia precisan lo que debe ser la homilía:
una conversación familiar por la que un pastor de almas alimenta su rebaño y le ayuda a
aplicar en las circunstancias concretas de la existencia el mensaje del Evangelio, en el
caso que nos ocupa, lo mismo podemos decir de los salmos que nos presenta la liturgia
cada día en el año I-II.
La homilía, tomada de cualquier parte de la Liturgia de la Palabra, debe revelarnos la
voluntad de Dios, expresada en la Palabra, como si fuese un revelador fotográfico. Así
debe ser la homilía una vez proclamada la Palabra de Dios en las lecturas y cánticos, la
homilía ayuda a tomar conciencia de ella, explicando los términos oscuros, las
expresiones difíciles, anunciando la llegada del Reino, llamando a la conversión, animando
a la perseverancia y al crecimiento, aplicando el mensaje revelado a la vida diaria,
urgiendo el compromiso.
Una bella homilía fue la que predicó Jesús cuando leyó un texto de Isaías y lo explicó
diciendo: “Esta escritura se cumple hoy”. Los ojos de todos estaban fijos en él y Él
hablaba decía que no hay profeta bien recibido en su tierra. Los que le escuchaban se
llenaron de ira contra él, porque Jesús les descubría su mal, y ellos rehusaban la
conversión. Así, “la belleza y la enseñanza de los salmos”, penetran en el corazón de cada
miembros de la asamblea litúrgica, para animar, iluminar y fortalecer en la fe y caminar
alegres en la esperanza, en medio de los gozos y alegrías las penas y las tristezas de
cada día.
Algo así debería suceder en cada celebración litúrgica. Aplicarnos las Palabras de
Dios en el hoy de nuestra vida y convertirnos a él y amarlo más. No salir diciendo que la
predicación estuvo aburrida, divertida, elocuente, superficial o hermosa, sino examinando
qué cambio quiere Dios en nuestra vida. Para algo nos habla. Él es el definitivo
responsable de la Palabra que nos interpela.
En definitiva, “la belleza y la enseñanza de los salmos”, reflejan el sentir y la
angustia del HOMBRE, muchos nos suenan como gritos desesperados, otro como cantos
armoniosos, otros como poesía musical, pero en cada uno de los salmos está expresada
la necesidad del hombre, de saberse escuchado por el Señor, cada salmo encierra su
propia enseñanza, vamos a ir descubriendo la belleza y la enseñanza de los salmos,
desde los escritos de los padres, de rabinos, y por supuesto, lo que nos dice el propio
nuevo testamento, sobre los salmos y las veces que aparecen los salmos en el nuevo
testamento y el saber que Jesús, los cantaba y entonaba en el idioma hebreo...si nuestros
queridos lectores están de acuerdo, estudiemos, reflexionemos y vivamos la riqueza de
los salmos en las páginas de esta obra, que deseamos sea como el pan de cada día para
nuestro alimento espiritual, que el alma necesita cada día.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)