Salmos diarios, Ciclo I, Año Impar. Explicados
I Semana de Adviento
Viernes
Salmo 26
El señor es mi luz y mi salvación . Esta respuesta que hemos dado al salmo
nos invita a la serenidad, basada en la confianza en Dios en el día de la prueba.
La vida del creyente es sometida con frecuencia a tensiones y
contestaciones, en ocasiones también al rechazo e incluso a la persecución. El
comportamiento del hombre justo fastidia, pues resuena como una reprensión para
los prepotentes y perversos.
El fiel es consciente de que el esfuerzo por vivir lo que cree, crea aislamiento
y provoca incluso desprecio y hostilidad en una sociedad que escoge con frecuencia
como estandarte la ventaja personal, el éxito exterior, la riqueza, el goce
desenfrenado. Sin embargo, él no está solo y su corazón mantiene una paz interior
sorprendente, como hemos cantando en la espléndida “antífona”: “El Seor es mi
luz y mi salvacin” (Salmo 26, 1); “¿a quién temeré?... ¿quién me hará temblar?...
mi corazn no tiembla... me siento tranquilo” (Sal 26, 1.3).
Parece ser un eco de las palabras de san Pablo que proclaman: “Si Dios está
por nosotros ¿quién contra nosotros?” (Romanos 8, 31). Pero la tranquilidad
interior, la fortaleza de espíritu y la paz son un don que se obtiene refugiándose en
el templo, es decir, recurriendo a la oración personal y comunitaria.
Señor Dios, luz y salvación de los que en ti esperan, tú que no abandonaste
a tu Hijo amado cuando le asaltaron los malvados para devorar su carne, sino que
lo escondiste en tu tienda y lo alzaste sobre la roca en el día de la resurrección, no
abandones a tus siervos que buscan tu rostro y haz que también nosotros podamos
levantar la cabeza sobre los enemigos que nos cercan y lleguemos a gozar un día
de tu dicha en el país de la vida, por los siglos de los siglos.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)