Salmos diarios, Ciclo I, Año Impar. Explicados
II Semana de Adviento
Sábado
Salmo 79
¡Ven, señor, a salvarnos , envuélvenos en tu luz, caliéntanos en tu amor!
Cada vez que celebramos la Eucaristía, cuando el Señor viene al altar y se
hace realmente presente bajo las apariencias del pan y del vino consagrados, le
decimos con fe y de forma bien personal: "¡Ven, Señor Jesús!”, ven a salvarnos.
Durante el Adviento se nos recuerda que pronto llega la Navidad y que, con
ella, celebraremos la venida del Hijo de Dios hecho hombre para salvarnos y
arrancarnos del miedo y del pecado, de la noche y del dolor, de la soledad y del
fracaso personal y colectivo. Jesús -que significa “Dios salva”-, el Hijo de Maria
Inmaculada, nacido pobre y humilde en Belén, y hecho en todo igual a nosotros,
salvo en el pecado, nos llena de su luz y de su vida. Y por eso, hoy tiene nuestra
respuesta al salmo un sabor especial: ¡Ven, Señor, a salvarnos!
El Adviento nos ayuda y urge a preparar bien la Navidad: a prepararnos en
oración y penitencia y reflexión de la Palabra de Dios. Con la antífona del salmo
¡Ven, señor, a salvarnos, nos motivamos a desear y acoger a aquel que viene a
salvarnos, viene para renovar todas las cosas. El adviento es un tiempo de especial
acogida a Jesús que se hace Dios-con-nosotros y que cambia la historia; la acogida
de Jesucristo que se hace hermano nuestro y que permanece con nosotros todos
los días, hasta al fin de los tiempos. Y eso sí que nos da auténtica esperanza.
Que cada uno de nosotros, Señor, te abra su vida para que brotes, para que
florezcas, para que nazcas, y mantengas en nuestro corazón encendida la
esperanza. ¡Ven pronto, Señor! ¡Ven a salvarnos!
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)