Encuentros con la Palabra
Domingo XXVII Ordinario – Ciclo A (Mateo 21, 33-43)
“¿Qué creen ustedes que hará con esos labradores?”
Hermann Rodríguez Osorio, S.J.*
Quiero ofrecerles hoy algunos datos del Programa de las Naciones Unidas para el
Desarrollo (PNUD), que me parece que pueden ayudar a pensar algunas cosas. En
primer lugar, algunas cifras sobre la manera como ha evolucionado la distribución de los
ingresos en los últimos dos siglos:
En 1820: el 20% más rico ganaba 3 veces más que el 20% más pobre.
En 1870: el 20% más rico ganaba 7 veces más que el 20% más pobre.
En 1913: el 20% más rico ganaba 11 veces más que el 20% más pobre.
En 1960: el 20% más rico ganaba 30 veces más que el 20% más pobre.
En 1990: el 20% más rico ganaba 60 veces más que el 20% más pobre.
En 1997: el 20% más rico ganaba 74 veces más que el 20% más pobre.
En segundo lugar, alguna información sobre la situación general de los países: De los
5.570 millones que habitamos el planeta, 1.150 millones viven en el norte, en países
industrializados, mientras que 4.620 millones vivimos en el sur en países pobres, o como
eufemísticamente se les llam durante algunos aos, países en ‘vías de desarrollo’. Se
calcula que el 25% de la población mundial, es decir 1.442 millones de personas viven por
debajo de los niveles de pobreza. 1.000 millones son analfabetas y la misma cantidad
carece de agua potable. 1.300 millones de personas sobreviven con menos de 1 dólar
diario, de los cuales 110 millones habitan en América Latina, 970 millones en Asia y 200
millones en África.
Anualmente, se gastan 35.000 millones de dólares en recreación las empresas japonesas.
50.000 millones de dólares se gastan en cigarrillos y 105.000 millones en bebidas
alcohólicas los europeos. En el mundo se gastan 400.000 millones de dólares en drogas
estupefacientes y 780.000 millones son los gastos militares en el mundo. Junto a esto,
contrastan las tres cifras siguientes para garantizar el acceso universal a los servicios
básicos en todos los países pobres: Bastarían 6.000 millones de dólares para garantizar
la enseñanza básica. 9.000 millones para dar agua potable y saneamiento. 13.000
millones para ofrecer salud y nutrición básicas.
Aunque la parábola que nos cuenta Jesús este domingo está dirigida a los jefes de los
sacerdotes, a los que Jesús quería cuestionar sobre su responsabilidad en el manejo de
la obra de Dios, comparándolos con los labradores de una finca que les había alquilado
un señor, estas cifras nos cuestionan como seres humanos, en la medida en que también
a nosotros nos corresponde administrar correctamente este mundo, según la voluntad del
Padre, que quiere que todos sus hijos tengan vida, y la tengan en abundancia.
En este contexto de desigualdad creciente, en el que los pobres han dejado de ser
importantes para los dueños de este mundo, levantar la voz para reclamar justicia y
denunciar el desorden establecido es un verdadero peligro. Como a los enviados por el
dueño de la viña, los profetas de ayer y de hoy han sido asesinados, como fue asesinado
el mismo Hijo de Dios. ¿Cuándo le daremos a Dios la debida cosecha?
* Sacerdote jesuita, Decano académico de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Javeriana – Bogotá
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