Salmos diarios, Ciclo I, Año Impar. Explicados
III Semana de Adviento
Martes
Salmo 33
El Señor escucha el clamor de los pobres y los libra de todas sus angustias”
(Sal 33).
Ya desde el inicio de su actividad pública de Jesús, hablando en la sinagoga
de Nazaret, dijo: “El Espíritu del Seor está sobre mí, porque me ha ungido para
anunciar a los pobres la buena nueva” (Lc 4, 18). Jesús consideraba a los pobres
los herederos privilegiados del reino. Eso significa que slo “los pobres de espíritu”
son capaces de recibir el reino de Dios con todo su corazón. El encuentro de Zaqueo
con Jesús muestra que también un rico puede llegar a participar de la
bienaventuranza de Cristo sobre los pobres de espíritu.
Pobre de espíritu es el que está dispuesto a usar con generosidad sus propios
bienes en favor de los necesitados. En ese caso, se ve que no está apegado a esos
bienes. Se ve que comprende su finalidad esencial, pues los bienes materiales
están para servir a los demás, especialmente a los necesitados. La Iglesia admite la
propiedad privada de los bienes, si se usan con ese fin.
A Dios le llega el grito de auxilio de los justos (de los que se mantienen fieles
a la alianza) y de los afligidos. Su grito “atraviesa las nubes”, es decir, llega hasta
el mismo Dios, sin intermediarios.
La esperanza del pobre desvalido está puesta totalmente en el Altísimo, en
aquel que puede intervenir -¡e intervendrá!- en favor suyo. Cuando Jesús anuncia
el Reino de Dios con palabras y signos, está haciendo presente la intervención del
Dios que ha escuchado las súplicas de los oprimidos y los gritos de los pobres.
La respuesta al Salmo expresa la confianza en este Dios que escucha y se
hace cercano a los que actúan según su voluntad y a los que se hallan
desamparados por los hombres.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)