Salmos diarios, Ciclo I, Año Impar. Explicados
Día 3
Salmo 97
Aclamemos con júbilo al Señor . Uno de los temas que más tratan los salmos es el de la
alabanza. Dios merece toda la alabanza por ser él quien es, por sus obras maravillosas, por la
bondad mostrada al hombre, por la salvación.
La fe en Dios lleva aneja la alabanza, y la alabanza proviene de la alegría. Los salmos
nos enseñan postrarnos ante Dios con una actitud de alabanza gozosa, porque si el hombre
alaba a Dios lo hace movido por un corazón admirado y agradecido, inundado de alegría por
sentirse amado, salvado y protegido por su Dios.
En el Nuevo Testamento, Cristo mismo alaba al Padre en diferentes ocasiones y se
admira de sus obras; su infancia viene acompañada de grandes cánticos, como el de María
(Magnificat), el de Zacarías (Benedictus), y el mismo himno de los ángeles en su nacimiento
de Belén: “Gloria a Dios en las alturas...”. El hombre mantiene esta relación gozosa con Dios,
consciente de su grandeza y de su bondad, respondiendo con sus cantos de gratitud y
admiración.
En Cristo, Dios ha asumido verdaderamente un corazón de carne. Cristo no solamente
tiene un corazón divino, rico en misericordia y perdón, sino también un corazón humano,
capaz de todas las expresiones de afecto.
Desde que Jesús comenzó a existir en nuestra tierra, la lejanía rehusante de Dios se ha
convertido en presencia, llena de gratitud, amor y esperanza. Dios nos ha conquistado el
corazón a través de la humilde y poderosa benevolencia de su Hijo. Así se ha establecido
entre nosotros el Reino. Por esto, Aclamemos con júbilo al Señor.
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Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)