Salmos diarios, Ciclo I, Año Impar. Explicados
V Semana del Tiempo Ordinario
Lunes
Salmo 103
Bendice al Señor, alma mía. Podemos traducir “Bendice alma mía al Señor” por “Agradece
alma mía al Señor”. Puesto que estamos sumergidos continuamente en el amor de Dios y en
su actuación salvadora, no podemos menos que y responderle con nuestra alabanza: bendice
a Dios, alma mía, del fondo de mi ser su santo Nombre, bendice a Dios, alma mía, no olvides
sus muchos beneficios.
En la Biblia, existen dos formas de bendición, que se entrecruzan. Por un lado, está la
que desciende de Dios: el Señor bendice a su pueblo (Cfr. Núm. 6, 24-27). Es una bendición
eficaz, manantial de fecundidad, felicidad y prosperidad. Por otro lado, está la bendición que
sube desde la tierra hasta el cielo. El hombre, beneficiado por la generosidad divina, bendice
a Dios, alabándole, dándole gracias, exaltándole: “Bendice al Señor, alma mía” (Salmo 102,
1; 103, 1).
Son tantas las bendiciones y beneficios que recibimos de día en día, que si fuéramos a
enumerarlos nos faltaría tiempo y espacio. Por sobre todas las cosas, agradezcamos a Dios
por la salvación de nuestras almas, lo cual, jamás podríamos pagar en manera alguna aunque
lo intentáramos. Sea nuestra gratitud, no tan solo de palabras, sino de hecho y en verdad. Lo
que más le agrada a Dios es que nos identifiquemos con su Hijo, quien al entrar al mundo
hijo: “He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad”. Dando gracias en todo y por
todo. Tomemos hoy la decisión de agradecer a Dios cada día, por todas las bondades y
misericordias con que nos cubre a nosotros y a los nuestros, sin merecerlo.
Bendigamos a Dios por lo que Él es, por ser el Padre de nuestro Señor Jesucristo, por ser
padre de misericordias, por ser Dios de toda consolación y porque si permite que pasemos
por tribulaciones es porque Él quiere que experimentemos la eficacia de su consuelo, de
modo que nosotros que hemos sido consolados por Él podamos también consolar a otros con
el consuelo que nosotros hemos recibido de Dios. Bendigamos siempre a Dios para que Él nos
bendiga en todo momento. Bendice al Señor, alma mía .
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Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)