Salmos diarios, Ciclo I, Año Impar. Explicados
V Semana del Tiempo Ordinario
Martes
Salmo 8
¡Qué admirable, Señor es tu poder! Señor, dueño nuestro, tú que creaste al hombre y
lo coronaste de gloria y dignidad, para que cantara tu nombre admirable en toda la tierra, haz
que, contemplando el cielo y las estrellas, reflexionemos sobre tus obras y vislumbremos tu
eterno poder y tu divinidad; que no seamos necios y, en vez de tributarte la alabanza y las
gracias que mereces, cambiemos tu gloria inmortal por las imágenes mortales, obra de
nuestras manos.
Dios glorioso en santidad, terrible en prodigios, autor de maravillas, desplegó la fuerza
de su diestra tanto en el ámbito cósmico como en el histórico. El poder de Dios es tal que el
hombre admira su magnificencia, siempre benefactora. La admiración del creyente se
exterioriza ante el Señor Jesús, a quien obedecen los vientos y el mar (Mt 8,27), a cuyo
imperio se somete el demonio de la enfermedad (Mt 9,33); su palabra de condena surte
efecto inmediato en la higuera infructuosa. Es tan sólo el preludio de una admiración mayor
suscitada por la muerte y resurrección del Señor, continuada en los primeros días de la
Iglesia naciente y culminada en la etapa final, cuando la multitud de los redimidos pueda
contemplar qué admirable es el Señor en sus santos. Cantamos nuestra admiración por el
Dios admirable. ¡ Qué admirable, Señor, es tu poder! en toda la tierra!
Señor, dueño nuestro, tú que creaste al hombre y lo coronaste de gloria y dignidad,
para que cantara tu nombre admirable en toda la tierra, haz que, contemplando el cielo y las
estrellas, reflexionemos sobre tus obras y vislumbremos tu eterno poder y tu divinidad; que
no seamos necios y, en vez de tributarte la alabanza y las gracias que mereces, cambiemos
tu gloria inmortal por las imágenes mortales, obra de nuestras manos.
¡Señor, Padre nuestro, qué admirable es tu nombre en toda la tierra!
2
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)