Salmos diarios, Ciclo I, Año Impar. Explicados
VI Semana del Tiempo Ordinario
Viernes
Salmo 32
Dichoso el pueblo escogido por Dios . Los israelitas eran el pueblo escogido, especial y
santo de Dios, porque Él había depositado en ellos, aunque no lo merecían, su amor. La
Iglesia es el nuevo Pueblo de Dios, instituido por Jesucristo, por ello, con toda verdad
podemos y debemos decir de nosotros mismos como Iglesia de Jesús: Dichosos nosotros el
pueblo escogido por Dios.
“…Dios quiso santificar y salvar a los hombres no individualmente y aislados, sin
conexión entre sí, sino hacer de ellos un pueblo para que le conociera de verdad y lo sirviera
con una vida santa. Eligió, pues, a Israel para pueblo suyo, hizo una alianza con él y lo fue
educando poco a poco. Le fue revelando su persona y su plan a lo largo de su historia y lo fue
santificando. Todo esto, sin embargo, sucedió como preparación y figura de su alianza nueva
y perfecta que iba a realizar en Cristo..., es decir, el Nuevo Testamento en su sangre
convocando a las gentes de entre los judíos y los gentiles para que se unieran, no según la
carne, sino en el Espíritu” (LG 9).
El Pueblo de Dios tiene características que lo distinguen claramente de todos los grupos
religiosos, étnicos, políticos o culturales de la historia, nos dice el catecismo de la Iglesia
(781-781):
-Es el Pueblo de Dios: Dios no pertenece en propiedad a ningún pueblo. Pero El ha
adquirido para sí un pueblo de aquellos que antes no eran un pueblo: “una raza elegida, un
sacerdocio real, una nación santa” (1 P 2, 9).
- Se llega a ser miembro de este cuerpo no por el nacimiento físico, sino por el
“nacimiento de arriba", "del agua y del Espíritu” (Jn 3, 3-5), es decir, por la fe en Cristo y el
bautismo.
-Este pueblo tiene por jefe [cabeza] a Jesús el Cristo [Ungido, Mesías]: porque la
misma unción, el Espíritu Santo fluye desde la Cabeza al Cuerpo, es “el Pueblo mesiánico”.
-“La identidad de este Pueblo es la dignidad y la libertad de los hijos de Dios en cuyos
corazones habita el Espíritu Santo como en un templo”.
-“Su ley es el mandamiento nuevo: amar como el mismo Cristo nos amó (cf. Jn 13,
34)”. Ésta es la ley „nueva‟ del Espíritu Santo (Rm 8, 2; Ga 5, 25).
-Su misión es ser la sal de la Tierra y la luz del mundo (cf. Mt 5, 13-16). “Es un
germen muy seguro de unidad, de esperanza y de salvación para todo el género humano”.
-“Su destino es el Reino de Dios, que Él mismo comenzó en este mundo, que ha de ser
extendido hasta que Él mismo lo lleve también a su perfección” (LG 9). Dichoso el pueblo
escogido por Dios.
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Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)