Salmos diarios, Ciclo I, Año Impar. Explicados
Cuaresma
Miércoles de ceniza
Salmo 50
Misericordia, Señor, hemos pecado : con esta respuesta al salmo 50, el gran salmo
penitencial, hemos apelado a la misericordia divina; hemos pedido al Señor que la fuerza de
su amor nos devuelva la alegría de su salvación.
Con este espíritu, iniciamos el tiempo favorable de la Cuaresma, como nos dice san
Pablo, para reconciliarnos con Dios en Cristo Jesús. El Apóstol se presenta como embajador
de Cristo y muestra claramente cómo, en virtud de él, se ofrece al pecador, es decir, a cada
uno de nosotros, la posibilidad de una auténtica reconciliacin. “Al que no había pecado, Dios
lo hizo expiación por nuestro pecado, para que nosotros, unidos a él, recibamos la
justificación de Dios" (2 Co 5, 21). Sólo Cristo puede transformar cualquier situación de
pecado en novedad de gracia.
De este modo, la liturgia del miércoles de Ceniza indica que la conversión del corazón a
Dios es la dimensión fundamental del tiempo cuaresmal. Esta es la sugestiva enseñanza que
nos brinda el tradicional rito de la imposición de la ceniza, que dentro de poco renovaremos.
Este rito reviste un doble significado: el primero alude al cambio interior, a la conversión y la
penitencia; el segundo, a la precariedad de la condición humana, como se puede deducir
fácilmente de las dos fórmulas que acompañan el gesto.
“Seor, estos sacramentos que hemos recibido -así rezaremos al final de la santa misa-
nos sostengan en el camino cuaresmal, hagan nuestros ayunos agradables a tus ojos y obren
como remedio saludable de todos nuestros males”.
Pidamos a Nuestra Señora de la Soledad que nos acompañe para que, al concluir la
Cuaresma, podamos contemplar al Señor resucitado, interiormente renovados y reconciliados
con Dios y con los hermanos.
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Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)