Salmos diarios, Ciclo I, Año Impar. Explicados
Cuaresma
Viernes después de ceniza
Salmo 50
A un corazón contrito, Señor, no lo desprecias: con esta respuesta al salmo
manifestamos sentimientos de arrepentimiento, de confianza y de humildad, que brota de un
“corazn contrito y humillado” (Sal 50/51, 19) tras el pecado.
Hoy, viernes después del miércoles de ceniza, la Iglesia concentra nuestros
pensamientos en la necesidad de prepararnos con corazón contrito, mediante la oración y la
penitencia, a la celebración de los grandes misterios pascuales.
El sacerdote, en la oración secreta, después de haber presentado las ofrendas, dice:
“Acepta, Seor, nuestro corazn contrito y nuestro espíritu humilde, que este sea hoy nuestro
sacrificio y que sea agradable en tu presencia”. Así, se prepara para entrar, con toda la
asamblea de los fieles, en el corazón del misterio eucarístico, en el corazón de la liturgia; y
esta ha de ser nuestra preparación al misterio Pascual: un corazón contrito.
La contricin, “es la desgarradora revelacin (normalmente ofrecida a través del
espectáculo de Cristo en cruz) del Amor infinito de Dios para con nosotros y de la crueldad sin
nombre de nuestra indiferencia para con él”. (M. D. Molinié).
Cuanto más conozcamos a Dios, más pecadores nos reconoceremos, pero un pecador
perdonado, lleno de paz y de esperanza, sin remordimientos. Así como el pródigo penitente,
que vuelve a su Padre.
Descubramos la relación entre nuestro bautismo y la penitencia que, según san
Agustín, es un bautismo diario, es decir, la señal por la cual expresamos día a día, nuestra fe
bautismal. Para mostrar perfectamente el vínculo entre la conversión y la desgarradora toma
de conciencia de nuestro pecado. San Agustín definirá la penitencia como un “bautismo en
lágrimas”, en oposicin al bautismo en el agua y el Espíritu. No olvidemos que nuestro a
Padre, a un corazón contrito no lo desprecia.
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Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)