Salmos diarios, Ciclo I, Año Impar. Explicados
I semana de Cuaresma
Viernes
Salmo 129
Perdónanos, Señor, y viviremos . El pecado es, ante todo, ofensa a Dios, ruptura de la
comunión con él. Al mismo tiempo, atenta contra la comunión con la Iglesia. Por eso la
conversión implica a la vez el perdón de Dios y la reconciliación con la Iglesia, que es lo que
expresa y realiza litúrgicamente el sacramento de la Penitencia y de la Reconciliación (cf LG
11).
Sólo Dios perdona los pecados (cf Mc 2,7). Porque Jesús es el Hijo de Dios, dice de sí
mismo: “El Hijo del hombre tiene poder de perdonar los pecados en la tierra” (Mc 2,10) y
ejerce ese poder divino: “Tus pecados están perdonados” (Mc 2,5; Lc 7,48). Más aún, en
virtud de su autoridad divina, Jesús confiere este poder a los hombres (cf Jn 20,21-23) para
que lo ejerzan en su nombre.
Cristo quiso que toda su Iglesia, tanto en su oración como en su vida y su obra, fuera
el signo y el instrumento del perdón y de la reconciliación que nos adquirió al precio de su
sangre. Sin embargo, confió el ejercicio del poder de absolución al ministerio apostólico, que
está encargado del “ministerio de la reconciliación” (2 Cor 5,18). El apóstol es enviado “en
nombre de Cristo”, y “es Dios mismo” quien, a través de él, exhorta y suplica: “Déjense
reconciliar con Dios” (2 Co 5,20).
Juntos hemos confesado, en nuestro canto, al responder al salmo, la confianza plena
en esta gracia de Dios, que perdona el pecado del ser humano y, a la vez, lo libera del poder
avasallador del pecado, confiriéndole el don de una nueva vida en Cristo. Perdónanos, Señor,
y viviremos.
María, Madre del perdón, ayúdanos a acoger la gracia del perdón de este tiempo de
gracia y de salvación. Haz que la Cuaresma sea para todos los creyentes, y para cada hombre
que busca a Dios, para cada uno de nosotros y de nuestras familias, el momento favorable, el
tiempo de la reconciliación, el tiempo de la salvación.
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Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)