Salmos diarios, Ciclo I, Año Impar. Explicados
II semana de Cuaresma
Jueves
Salmo 1
Dichoso el hombre que confía en el Señor . Sí, es “dichoso el que confía” en el Seor,
eligiendo la senda de la rectitud (cf. vv. 12-13). Se llama dichoso a aquel que “ama de
corazn los mandatos de Dios” y los cumple, hallando en ellos alegría y paz.
El creyente que confía en el Seor, dice: “Desde el seno pasé a tus manos, desde el
vientre materno tú eres mi Dios” (Sal 21, 11). “Si mi padre y mi madre me abandonan, el
Seor me recogerá” (Sal 26, 10). “Tú, Dios mío, eres mi esperanza y mi confianza, Seor,
desde mi juventud. En el vientre materno ya me apoyaba en ti, en el seno tú me sostenías”
(Sal 70, 5-6).
A la confianza humilde se contrapone la soberbia. Un escritor cristiano de los siglos IV
y V, Juan Casiano, advierte a los fieles de la gravedad de este vicio de la soberbia, que
“destruye todas las virtudes en su conjunto y no slo ataca a los mediocres y a los débiles,
sino principalmente a los que han logrado cargos de responsabilidad con el uso de la fuerza”.
Y prosigue: “Por este motivo el bienaventurado David custodia con tanta circunspeccin su
corazón, hasta el punto de que se atreve a proclamar ante Aquel a quien ciertamente no se
ocultaban los secretos de su conciencia: “Seor, mi corazn no es ambicioso, ni mis ojos
altaneros; no pretendo grandezas que superan mi capacidad”. (...) Y, sin embargo,
conociendo bien cuán difícil es también para los perfectos esa custodia, no presume de
apoyarse únicamente en sus fuerzas, sino que suplica con oraciones al Señor que le ayude a
evitar los dardos del enemigo y a no ser herido: “Que el pie del orgullo no me alcance” (Sal
35, 12)” (Le istituzioni cenobitiche, XII, 6, Abadía de Praglia, Bresseo di Teolo, Padua 1989,
p. 289).
La respuesta al salmo que acabamos de cantar tiene, pues, el encanto de presentarnos
una de las virtudes más fundamentales del cristiano: la confianza en Dios, el abandono en
sus manos, la paz que se experimenta cuando Dios es todo, y dirige todo en la vida de cada
uno.
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Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)