Salmos diarios, Ciclo I, Año Impar. Explicados
III semana de Cuaresma
Miércoles
Salmo 147
Demos gloria a nuestro Dios . La Biblia habla a menudo de la bondad y de la belleza de
la creación, llamada a dar gloria a Dios (cfr Gén 1, 4 ss.; Sal 8, 2; 104) Precisamente nos
hemos encaminado a este santuario de nuestra Señora de la Soledad para dar gloria y
honrar, con la eucaristía, a nuestro Señor Jesucristo: “Al que nos ama y nos ha lavado con
su sangre de nuestros pecados y ha hecho de nosotros un reino de sacerdotes para su Dios y
Padre” (Ap 1, 5-6). Damos gracias a nuestro Señor, porque nos reúne, nos concede su
Espíritu y nos permite invocar a Dios como “Abbá, Padre”.
Y no podemos hacer algo mejor que alabar a Dios, pues el hombre debe dar gloria a
Dios Creador y Redentor; en cierto modo debe convertirse en voz de toda la creación para
proclamar los beneficios, que diariamente recibimos de Dios. Nuestra misión es anunciar las
grandes obras de Dios y, a la vez, manifestar nuestra relación con Dios.
La cuaresma es un tiempo especial para dar gloria a Dios, viéndonos tal como somos,
criaturas pobres necesitadas del amor y del perdón de Dios. La preocupación del discípulo de
Jesús es que todo en su vida sea para mayor gloria de Dios. Jesús nos enseña: “Brille así su
luz delante de los hombres, para que vean sus buenas obras y glorifiquen a su Padre que está
en los cielos” (Mt 5,16). Por tanto, hay que hacerlo todo para la gloria de Dios y no para la
nuestra. Demos gloria a nuestro Dios. La fe en Dios nos mueve a darle gloria solo a El como a
nuestro primer origen y nuestro fin último.
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Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)