Salmos diarios, Ciclo I, Año Impar. Explicados
IV semana de Cuaresma
Miércoles
Salmo 144
El Señor es compasivo y misericordioso . San Juan, en el Nuevo Testamento, resume
esta expresión en una sola palabra: “Amor” (1 Jn 4, 8. 16). En efecto, Dios amó tanto “al
mundo que le entregó a su Hijo único” (Jn 3, 16). Sí, El Señor compasivo y “rico en
misericordia, por el grande amor con que nos amó, estando muertos a causa de nuestros
delitos, nos vivificó juntamente con Cristo” (Ef 2, 4-6).
Jesús es signo supremo del amor de Dios, lo es de modo muy singular su muerte, en la
que se manifestó plenamente la ternura redentora de Dios. Por consiguiente, siempre, pero
especialmente en este tiempo cuaresmal, la cruz debe estar en el centro de nuestra
meditación; en ella contemplamos la gloria del Señor que resplandece en el cuerpo
martirizado de Jesús. Precisamente en esta entrega total de sí se manifiesta la grandeza de
Dios, que es amor.
Todo cristiano está llamado a comprender, vivir y testimoniar con su existencia la
gloria del Crucificado. La cruz -la entrega de sí mismo del Hijo de Dios- es, en definitiva, el
„signo‟ por excelencia que se nos ha dado para comprender la verdad del hombre y la verdad
de Dios: todos hemos sido creados y redimidos por un Dios que por amor inmoló a su Hijo
único. Sí, El Señor es compasivo y misericordioso .
Comprender y acoger el amor misericordioso de Dios, ha de ser nuestro compromiso,
sobre todo en el seno de nuestra familia y en todos los momentos de nuestro día. Que
nuestra Señora de la Soledad nos ayude a corresponder al amor eterno e infinito de Dios.
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Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)