Salmos diarios, Ciclo I, Año Impar. Explicados
Semana Santa
Lunes Santo
Salmo 26
“El Seor es mi luz y mi salvacin; Él es la defensa de mi vida” (Sal 26, 1). “¿A quién
temeré? (...) ¿Quién me hará temblar? (...) Mi corazón no tiembla. (...) Me siento tranquilo"
(vv. 1-3).
Casi nos parece estar escuchando la voz de san Pablo, el cual proclama: “Si Dios está
con nosotros, ¿quién contra nosotros?” (Rm 8, 31). La serenidad interior, la fortaleza de
espíritu y la paz son un don que se obtiene refugiándose en el templo, es decir, recurriendo a
la oración personal y comunitaria.
En efecto, el orante se encomienda a Dios, y su sueño se halla expresado también en
otro salmo: “Habitar en la casa del Señor por años sin término” (cf. Sal 22, 6). Allí podrá
“gozar de la dulzura del Señor” (Sal 26, 4), contemplar y admirar el misterio divino, participar
en la liturgia del sacrificio y elevar su alabanza al Dios liberador (cf. v. 6). El Señor crea en
torno a sus fieles un horizonte de paz, que deja fuera el estrépito del mal. La comunión con
Dios es manantial de serenidad, de alegría, de tranquilidad; es como entrar en un oasis de luz
y amor.
“El Seor es mi luz y mi salvacin , ¿a quién temeré? El Señor es la defensa de mi
vida, ¿quién me hará temblar?” (Sal 27., 1). Estas palabras nos llevan a tener la fuerza
suficiente y la gracia necesaria para no perder nunca de vista el punto final del camino y,
sobre todo, para poder alcanzarlo. Por lo demás, esta ardiente esperanza nuestra está ya
desde ahora en disposición de animar y sostener nuestro esfuerzo cotidiano, en el que se
esconde no sólo la espera, sino también la experiencia de una gozosa comunión con Dios.
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Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)