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Salmos diarios, Ciclo I, Año Impar. Explicados
II Semana de Pascua
Jueves
Salmo 33
Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor . La bondad de Dios es la raíz de
toda confianza y la fuente de toda esperanza en el día de la oscuridad y de la
prueba. Dios no es indiferente ante el bien y el mal. Nuestra fe nos inserta en la fe
común de la Iglesia. Y precisamente así nos da la certeza de que Dios es bueno con
nosotros y nos libra de nuestras culpas.
Dios Padre es bueno y misericordioso. Jesús, con su muerte en la cruz y su
resurrección, nos reveló su rostro, el rostro de un Dios con un amor tan grande que
comunica una esperanza inquebrantable, que ni siquiera la muerte puede destruir,
porque la vida de quien se pone en manos de este Padre se abre a la perspectiva
de la bienaventuranza eterna.
En el padre, que abraza de nuevo a su hijo „perdido‟, contemplamos el rostro
de Dios bueno y misericordioso, siempre dispuesto a ofrecer a todos los hombres su
perdón, fuente de serenidad y paz.
Dios es Padre infinitamente bueno y misericordioso. Pero, por desgracia, el
hombre, llamado a responderle en la libertad, puede elegir rechazar definitivamente
su amor y su perdón, renunciando así para siempre a la comunión gozosa con él.
Precisamente esta trágica situación es lo que señala la doctrina cristiana cuando
habla de condenación o infierno.
El infierno, más que un lugar, indica la situación en que llega a encontrarse
quien libre y definitivamente se aleja de Dios, manantial de vida y alegría. Así
resume los datos de la fe sobre este tema el Catecismo de la Iglesia católica: “Morir
en pecado mortal sin estar arrepentidos ni acoger el amor misericordioso de Dios,
significa permanecer separados de él para siempre por nuestra propia y libre
elección. Este estado de autoexclusión definitiva de la comunión con Dios y con los
bienaventurados es lo que se designa con la palabra infierno” (n. 1033).
Por tanto, la “condenación” no se ha de atribuir a la iniciativa de Dios, dado
que en su amor misericordioso él no puede querer sino la salvación de los seres que
ha creado. En realidad, es la criatura la que se cierra a su amor. La “condenación”
consiste precisamente en que el hombre se aleja definitivamente de Dios, por
elección libre y confirmada con la muerte, que sella para siempre esa opción. La
sentencia de Dios ratifica ese estado.
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Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)