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Salmos diarios, Ciclo I, Año Impar. Explicados
III Semana de Pascua
Miércoles
Salmo 65
Las obras del Señor son admirables . Dios manifiesta en el cosmos y en la
historia sus obras admirables, que testimonian su señorío absoluto.
Todas las obras de Dios son siempre admirables; pero el hombre es la obra
maestra de la creación; así, Los libros sagrados nos muestran el amor de Dios a
cada ser humano aun antes de su formacin en el seno de la madre. “Antes de
haberte formado yo en el seno materno, te conocía, y antes que nacieses, te tenía
consagrado” (Jr 1, 5), dice Dios al profeta Jeremías. Y el salmista reconoce con
gratitud: “Tú has creado mis entraas, me has tejido en el seno materno. Te doy
gracias, porque me has escogido portentosamente, porque son admirables tus
obras; conocías hasta el fondo de mi alma" (Sal 139, 13-14). Estas palabras
adquieren toda su riqueza de significado cuando se piensa que Dios interviene
directamente en la creación del alma de cada nuevo ser humano.
Este amor ilimitado y casi incomprensible de Dios al hombre revela hasta qué
punto la persona humana es digna de ser amada por sí misma, independientemente
de cualquier otra consideración: inteligencia, belleza, salud, juventud, integridad,
etc. En definitiva, la vida humana siempre es un bien, una obra maravillosa, puesto
que “es manifestacin de Dios en el mundo, signo de su presencia, resplandor de su
gloria” (Evangelium vitae, 34).
En efecto, al hombre se le dona una altísima dignidad, que tiene sus raíces
en el íntimo vínculo que lo une a su Creador: en el hombre, en todo hombre, en
cualquier fase o condición de su vida, resplandece un reflejo de la misma realidad
de Dios.
San Juan Crisóstomo expresa que el hombre es la grande y admirable figura
viviente, más precioso a los ojos de Dios que la creación entera; es el hombre, para
él existen el cielo y la tierra y el mar y la totalidad de la creación, y Dios ha dado
tanta importancia a su salvación que no ha perdonado a su Hijo único por él.
Porque Dios no ha cesado de hacer todo lo posible para que el hombre subiera
hasta él y se sentara a su derecha (S. Juan Crisóstomo, In Gen. Sermo 2,1).
En tu escuela, oh Virgen y Madre eucarística, enséñanos a recordar las obras
admirables que Dios no cesa de realizar en el corazón de los hombres.
Padre Félix Castro Morales
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Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)