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Salmos diarios, Ciclo I, Año Impar. Explicados
III Semana de Pascua
Viernes
Salmo 116
Que aclamen al Señor todos los pueblos . Tierra entera, tocad en honor de su
nombre, cantad himnos a su gloria; digan a Dios: Qué temibles son tus obras, por
tu inmenso poder tus enemigos te adulan. Que se postre ante Ti la tierra entera,
que toquen en tu honor, que toquen para tu nombre” (65/66: 1-4). A través de
esta respuesta al salmo, a todos los habitantes de la tierra se nos invita a formar
un inmenso coro para aclamar al Señor con júbilo y darle gloria. Se trata de un
canto esencial de alabanza.
Y el hombre debe dar gloria a Dios Creador y Redentor; en cierto modo debe
convertirse en voz de toda la creación para decir en su nombre: aclama al señor
tierra entera. Estamos llamados, pues, a anunciar las grandes obras de Dios y, a la
vez, expresarnos a sí mismo en esta relación sublime con Dios, porque en el mundo
visible sólo el hombre puede hacerlo.
Así pues, alabemos al Señor. Alabémoslo sin cesar. Pero nuestra alabanza se
ha de expresar con la vida, antes que con las palabras. En efecto, seríamos poco
creíbles si con nuestra respuesta al salmo invitáramos a las naciones a dar gloria al
Señor y no tomáramos en serio la advertencia de Jesús: “Brille así su luz delante de
los hombres, para que vean sus buenas obras y glorifiquen a su Padre que está en
los cielos” (Mt 5, 16).
Así, pues, al exclamar: Que aclamen al Señor todos los pueblos, es tomar en
serio nuestra fe en Jesús, luz del mundo, convirtiéndonos también nosotros en luz
en nuestro diario caminar. Éste es el centro de la misión cristiana, a la que cada
uno de vosotros ha sido llamado por el bautismo y la confirmación. Estáis llamados
a hacer que brille la luz de Cristo en el mundo.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)