Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Octubre 7
Nuestra Señora del Rosario
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Oraban con María, la Madre de Jesús * Salve, Llena de
Gracia
Textos para este día:
Hechos 1, 12-14:
Después de la ascensión de Jesús a los cielos, los apóstoles regresaron a Jerusalén
desde el monte de los Olivos, que dista de la ciudad lo que se permite caminar en
sábado. Cuando llegaron a la ciudad, subieron al piso alto de la casa donde se
alojaban: Pedro y Juan, Santiago, Andrés, Felipe, y Tomás, Bartolomé y Mateo,
Santiago (el hijo de Alfeo), Simón el Cananeo y Judas, el hijo de Santiago. Todos
ellos perseveraban unánimes en la oración, junto con María, la madre de Jesús, con
los parientes de Jesús y algunas mujeres.
Lucas 1, 26-28:
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea,
llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón de la estirpe de David,
llamado José. La virgen se llamaba María. Entró el ángel a donde ella estaba y le
dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».
Al oír estas palabras, ella se preocupó mucho y se preguntaba qué querría decir
semejante saludo.
El ángel le dijo:
«No temas, María, porque has hallado gracia ante Dios. Vas a concebir y a dar a luz
un hijo y le pondrás por nombre Jesús. El será grande y será llamado Hijo del
Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, y él reinará sobre la
casa de Jacob por los siglos y su reinado no tendrá fin».
María le dijo entonces al ángel:
«¿Cómo podrá ser esto, puesto que yo permanezco virgen?»
El ángel le contestó:
«El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su
sombra. Por eso, el Santo, que va a nacer de ti, será llamado Hijo de Dios. Ahí
tienes a tu parienta Isabel, que a pesar de su vejez, ha concebido un hijo y ya va
en el sexto mes la que llamaban estéril, porque no hay nada imposible para Dios».
María contestó:
«Yo soy la esclava del Señor; cúmplase en mí lo que me has dicho».
Y el ángel se retiró de su presencia.
Homilía
Temas de las lecturas: Oraban con María, la Madre de Jesús * Salve, Llena de
Gracia
1. Pablo VI nos enseña sobre el Contenido del S. Rosario
1.1 El texto está tomado de los números 49 a 52 de la Exhortación
Apostólica Marialis Cultus.
1.2 El Rosario, según la tradición admitida por nuestros Predecesor S. Pío V y por él
propuesta autorizadamente, consta de varios elementos orgánicamente dispuestos:
a) la contemplación, en comunión con María, de una serie de misterios de la
salvación, sabiamente distribuidos en tres ciclos que expresan el gozo de los
tiempos mesiánicos, el dolor salvífico de Cristo, la gloria del Resucitado que inunda
la Iglesia; contemplación que, por su naturaleza, lleva a la reflexión práctica y a
estimulante norma de vida; b) la oración dominical o Padrenuestro, que por su
inmenso valor es fundamental en la plegaria cristiana y la ennoblece en sus
diversas expresiones; c) la sucesión litánica del Avemaría, que está compuesta por
el saludo del Ángel a la Virgen (Cf. Lc 1,28) y la alabanza obsequiosa del santa
Isabel (Cf. Lc 1,42), a la cual sigue la súplica eclesial Santa María. La serie
continuada de las Avemarías es una característica peculiar del Rosario y su número,
en le forma típica y plenaria de ciento cincuenta, presenta cierta analogía con el
Salterio y es un dato que se remonta a los orígenes mismos de este piadoso
ejercicio. Pero tal número, según una comprobada costumbre, se distribuye -
dividido en decenas para cada misterio- en los tres ciclos de los que hablamos
antes, dando lugar a la conocida forma del Rosario compuesto por cincuenta
Avemarías, que se ha convertido en la medida habitual de la práctica del mismo y
que ha sido así adoptado por la piedad popular y aprobado por la Autoridad
pontificia, que lo enriqueció también con numerosas indulgencias; d) la doxología
Gloria al Padre que, en conformidad con una orientación común de la piedad
cristiana, termina la oración con la glorificación de Dios, uno y trino, «de quien, por
quien y en quien subsiste todo» (Cf. Rom 11,36).
1.3 Estos son los elementos del santo Rosario. Cada uno de ellos tiene su índole
propia que bien comprendida y valorada, debe reflejarse en el rezo, para que el
Rosario exprese toda su riqueza y variedad. Será, pues, ponderado en la oración
dominical; lírico y laudatorio en el calmo pasar de las Avemarías; contemplativo en
la atenta reflexión sobre los misterios; implorante en la súplica; adorante en la
doxología. Y esto, en cada uno de los modos en que se suele rezar el Rosario: o
privadamente, recogiéndose el que ora en la intimidad con su Señor; o
comunitariamente, en familia o entre los fieles reunidos en grupo para crear las
condiciones de una particular presencia del Señor (cf. Mt 18, 20); o públicamente,
en asambleas convocadas para la comunidad eclesial.
2. La riqueza de un camino de oración
2.1 En tiempo reciente se han creado algunos ejercicios piadosos, inspirados en el
Santo Rosario. Queremos indicar y recomendar entre ellos los que incluyen en el
tradicional esquema de las celebraciones de la Palabra de Dios algunos elementos
del Rosario a la bienaventurada Virgen María, como por ejemplo, la meditación de
los misterios y la repetición litánica del saludo del Ángel. Tales elementos adquieren
así mayor relieve al encuadrarlos en la lectura de textos bíblicos, ilustrados
mediante la homilía, acompañados por pausas de silencio y subrayados con el
canto. Nos alegra saber que tales ejercicios han contribuido a hacer comprender
mejor las riquezas espirituales del mismo Rosario y a revalorar su práctica en
ciertas ocasiones y movimientos juveniles.
2.2. Y ahora, en continuidad de intención con nuestros Predecesores, queremos
recomendar vivamente el rezo del Santo Rosario en familia. El Concilio Vaticano II a
puesto en claro cómo la familia, célula primera y vital de la sociedad «por la mutua
piedad de sus miembros y la oración en común dirigida a Dios se ofrece como
santuario doméstico de la Iglesia» . La familia cristiana, por tanto, se presenta
como una Iglesia doméstica cuando sus miembros, cada uno dentro de su propio
ámbito e incumbencia, promueven juntos la justicia, practican las obras de
misericordia, se dedican al servicio de los hermanos, toman parte en el apostolado
de la comunidad local y se unen en su culto litúrgico ; y más aún, se elevan en
común plegarias suplicantes a Dios; por que si fallase este elemento, faltaría el
carácter mismo de familia como Iglesia doméstica. Por eso debe esforzarse para
instaurar en la vida familiar la oración en común