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Salmos diarios, Ciclo I, Año Impar. Explicados
IV Semana de Pascua
Viernes
Salmo 2
Jesucristo es el Rey de las naciones . Durante el proceso ante Pilato, Jesús, al
ser interrogado si era rey, primero niega que sea rey en sentido terreno y político;
después, cuando Pilato se lo pregunta por segunda vez, responde: “Tú dices que
soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo, para dar
testimonio de la verdad” (Jn 18, 37).
A las preguntas del gobernador romano, Jesús respondió afirmando que sí
era rey, pero no de este mundo (cf. Jn 18, 36). No vino a dominar sobre pueblos y
territorios, sino a liberar a los hombres de la esclavitud del pecado y a reconciliarlos
con Dios. Y añadió: “Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para
ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz” (Jn 18, 37).
El reino de Cristo es el reino de la consolación y la paz, que libera al hombre
de todas sus angustias y temores, y lo introduce en la comunión con el Padre
celeste. Se trata de un reino que comienza ya aquí, en la tierra, pero que tendrá su
cumplimiento pleno en el cielo.
Por tanto, el Reino de Cristo se manifestará plenamente al final de los
tiempos, después de que todos los enemigos, y por último la muerte, sean
sometidos (cf. 1 Co 15, 25-26). Entonces el Hijo entregará el Reino al Padre y
finalmente Dios será “todo en todos” ( 1 Co 15, 28). El camino para llegar a esta
meta es largo y no admite atajos; por ello, toda persona debe acoger libremente la
verdad del amor de Dios. Él es amor y verdad, y tanto el amor como la verdad no
se imponen jamás: llaman a la puerta del corazón y de la mente y, donde pueden
entrar, infunden paz y alegría. Este es el modo de reinar de Dios; este es su
proyecto de salvación, un “misterio” en el sentido bíblico del término, es decir, un
designio que se revela poco a poco en la historia.
María, que esperó con fe, acogió con gozo y conservó con amor la llegada del
reino en la persona de Jesús, nos ayude a ser fieles cada día al amor de Cristo; y
nos ayude a reconocer y acoger al Redentor como único rey y verdadero Señor de
nuestra existencia.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)