1
Salmos diarios, Ciclo I, Año Impar. Explicados
V Semana de Pascua
Miércoles
Salmo 121
(Cfr. Juan Pablo II, homilía 29 de noviembre de 1998)
Vayamos con alegría al encuentro del Señor . Este estribillo, que hemos
cantado nos dice, que en nuestro caminar de todos los días, no olvidemos que
hemos de ir alegres hacia el Padre, por el camino que es nuestro Señor Jesucristo,
el cual vive y reina con él en la unidad del Espíritu Santo. Dicho en otras palabras:
vayamos al Padre mediante el Hijo, en el Espíritu Santo.
“Vayamos con alegría al encuentro del Señor”, seguros de que siempre nos lo
proponemos podemos encontrar a Dios, porque él ha venido a nuestro encuentro.
Lo ha hecho, como el padre de la parábola del hijo pródigo (cf. Lc 15, 11-32),
porque es rico en misericordia, y quiere salir a nuestro encuentro sin importarle lo
que hemos hecho, sino lo que queremos hacer ahora, caminado en su presencia.
Dios viene a nuestro encuentro, tanto si lo hemos buscado como si lo hemos
ignorado, e incluso si lo hemos evitado. Él sale el primero a nuestro encuentro, con
los brazos abiertos, como un padre amoroso y misericordioso.
Si Dios se pone en movimiento para salir a nuestro encuentro, ¿podremos
nosotros volverle la espalda? Pero no podemos ir solos al encuentro con el Padre.
Debemos ir en compañía de cuantos forman parte de “la familia de Dios”, “juntos
como hermanos, miembros de la Iglesia, vamos caminando al encuentro del Señor.
Que esta consoladora verdad esté siempre muy presente ante nuestros ojos,
mientras caminamos como peregrinos hacia el Domingo sin Lunes, a nuestro a
destino jubiloso y eterno. Esa verdad constituye la razón última de la alegría a la
que nos exhorta el estribillo con el que hemos respondido al salmo de hoy:
“Vayamos jubilosos al encuentro del Señor”. Creyendo en Cristo crucificado y
resucitado, creemos en la resurrección de la carne y en la vida eterna.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)