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Salmos diarios, Ciclo I, Año Impar. Explicados
VI Semana de Pascua
Lunes
Salmo 149
(Cfr. Juan Pablo II, Homilía 14 de junio de 1979)
El Señor es amigo de su pueblo . Jesús ha querido permanecer con nosotros
para siempre. Jesús ha querido unirse íntimamente a nosotros a través de los
sacramentos, de su Palabra… para demostrarnos su amor directa y personalmente.
Cada uno puede decir: “¡Jesús me ama! ¡Yo amo a Jesús!”.
Santa Teresa del Niño Jesús, recordando el día de su primera comunión,
escribía: “¡Oh, qué dulce fue el primer beso que Jesús dio a mi alma!... Fue un beso
de amor, yo me sentía amada y decía a mi vez: Te amo, me entrego a Ti para
siempre... Teresa había desaparecido como la gota de agua que se pierde en el
seno del océano. Quedaba sólo Jesús: el Maestro, el Rey” (Teresa de Lisieux,
Historia de un alma edic. Queriniana, 1974, Man. A, cap. IV, Pág. 75).
Jesús está presente en la Eucaristía para ser encontrado, amado, recibido,
consolado. Dondequiera que esté el sacerdote, allí está presente Jesús, porque la
misión y la grandeza del sacerdote es precisamente la celebración de la Santa Misa.
Jesús está presente en las grandes ciudades y en las pequeñas aldeas, en las
iglesias de montaña y en las lejanas cabañas, en los hospitales y en las cárceles,
¡incluso en los campos de concentración estaba presente Jesús en la Eucaristía!
Recibamos frecuentemente a Jesús. Permanezcamos en El: dejémonos transformar
por El
El Señor es amigo de su pueblo . No lo olvidemos jamás: Jesús quiere ser
nuestro amigo más íntimo, nuestro compañero de camino. Jesús es el amigo que
nunca nos abandona; Jesús nos conoce uno por uno, personalmente; sabe nuestro
nombre, nos sigue, nos acompaña, camina con nosotros cada día; participa de
nuestras alegrías y nos consuela en los momentos de dolor y de tristeza.
Jesús es el amigo del que no se puede prescindir ya más cuando se le ha
encontrado y se ha comprendido que nos ama y quiere nuestro amor. Con Él
podemos hablar, hacerle confidencias; podemos dirigirnos a El con afecto y
confianza. ¡Jesús murió incluso en una cruz por nuestro amor! ¡Hagamos un pacto
de amistad con Jesús y no lo rompamos jamás! En todas las situaciones de nuestra
vida, dirijámonos al Amigo divino, presente en nosotros con su “Gracia”, presente
con nosotros y en nosotros en la Eucaristía.
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Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)