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Salmos diarios, Ciclo I, Año Impar. Explicados
VI Semana de Pascua
Martes
Salmo 137
(Cfr. Juan Pablo II, audiencia general, 18 de diciembre de 1985)
Señor, tu amor perdura eternamente . Dios es Amor eterno e infinito. Toda la
revelación se resume en estas palabras: “Dios es amor” (1 Jn 4, 8. 16). Y amor
significa esto: querer el bien, adherirse al bien. De esta eterna voluntad de Bien
brota la infinita bondad de Dios respecto a las criaturas y, en particular, respecto al
hombre. Del amor nace su clemencia, su disponibilidad a dar y a perdonar, la cual
ha encontrado, entre otras cosas, una expresión magnífica en la parábola de Jesús
sobre el hijo pródigo, que refiere Lucas (Cf. Lc 15, 11-32). El amor se expresa en la
Providencia, con la cual Dios continúa y sostiene la obra de la creación.
De modo particular el amor se manifiesta en la obra de la redención y de la
justificación del hombre, a quien Dios ofrece la propia justicia en el misterio de la
cruz de Cristo. Así, el amor que es el elemento esencial y decisivo de la santidad de
Dios, por medio de la redención y la justificación, guía al hombre a su santificación
con la fuerza del Espíritu Santo.
A este Dios, que es Santidad porque es amor, se dirige el hombre con la más
profunda confianza. Le confía el misterio íntimo de su humanidad, todo el misterio
de su “corazn” humano cuando reza: Yo te amo, Seor, Tú eres mi fortaleza, /
Señor, mi roca, mi alcázar, mi liberador; / Dios mío, peña mía, refugio mío, escudo
mío, / mi fuerza salvadora, mi baluarte..." ( Sal 17/18, 2-3).
La salvación del hombre está estrechísimamente vinculada a la santidad de
Dios, porque depende de su eterno, infinito Amor. Señor, tu amor perdura
eternamente.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)