1
Salmos diarios, Ciclo I, Año Impar. Explicados
VII Semana de Pascua
Lunes
Salmo 67
Cantemos a Dios un canto de alabanza. En primer lugar, según san Agustín,
podemos poner este estribillo en labios de los “miembros de Cristo que han
conseguido la felicidad”. Así pues, en particular, “lo han cantado los santos mártires
(y los santos) de todos los siglos, los cuales, habiendo salido de este mundo, están
con Cristo en la alegría, dispuestos a retomar incorruptos los mismos cuerpos que
antes eran corruptibles. En vida sufrieron tormentos en el cuerpo, pero en la
eternidad estos tormentos se transformarán en adornos de justicia”.
En un segundo momento, el Obispo de Hipona nos dice que también
nosotros, no sólo los bienaventurados en el cielo, podemos cantar este estribillo de
respuesta al salmo con esperanza. Afirma: “También a nosotros nos sostiene una
segura esperanza, y cantaremos con júbilo. (...) Por tanto, cantemos todos con un
mismo espíritu: tanto los santos que ya poseen la corona, como nosotros, que con
el afecto nos unimos en la esperanza a su corona. Juntos deseamos aquella vida
que aquí en la tierra no tenemos, pero que no podremos tener jamás si antes no la
hemos deseado”.
San Agustín vuelve entonces a la primera perspectiva y explica: “Reflexionan
los santos en los sufrimientos que han pasado, y desde el lugar de bienaventuranza
y de tranquilidad donde ahora se hallan miran el camino recorrido para llegar allá;
y, como habría sido difícil conseguir la liberación si no hubiera intervenido la mano
del Liberador para socorrerlos, llenos de alegría exclaman: “Si
el Señor no hubiera estado de nuestra parte”. Así inicia su canto. Era tan grande su
júbilo, que ni siquiera han dicho de qué habían sido librados” (Esposizione sul
Salmo 123, 3: Nuova Biblioteca Agostiniana, XXVIII, Roma 1977, p. 65).
Que María nos enseñe como Ella cantó los salmos y los himnos de la tradición
de Israel, que nos enseñe el modo como ella participó de la oración y de la
alabanza a Dios en la Iglesia naciente, reunida en torno a los Apóstoles. Que ella
nos enseñe a elevar al Señor las expresiones de reconocimiento y de alabanza que
manifestó en el “Magnificat”, y las transmitió al nuevo Pueblo de Dios, que se
estaba formando en la escuela del Evangelio.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)