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Salmos diarios, Ciclo I, Año Impar. Explicados
VII Semana de Pascua
Martes
Salmo 67
Reyes de la tierra, canten al Señor . Todos, absolutamente todo hombre,
tiene necesidad cantar a Dios. En efecto, El hombre, disperso en la multiplicidad de
sus afanes y de la realidad de la vida cotidiana, tiene necesidad de reencontrarse a
sí mismo a través de la reflexión, la meditación, la oración y el canto con el Creador
y Padre de todos.
Durante la oración, que se ha de convertir en canto, realizamos una especie
de ascensión hacia la luz divina y, a la vez, experimentamos un descenso de Dios,
que se adapta a nuestro límite para escucharnos y hablarnos, para encontrarse con
nosotros y salvarnos.
El canto es un subsidio, una ayuda, que ayuda a todos a la oración; para que
el canto cumpla con su objetivo es preciso que se cante y e toque con maestría”
(Sal 46, 8). Por tanto, es necesario descubrir y vivir constantemente la belleza de la
oración y del canto en la liturgia. Hay que orar a Dios no sólo con fórmulas
teológicamente exactas, sino también de modo hermoso y digno.
Tanto los reyes, como los que no lo somos, recorramos nuestro camino
sumándonos a la oración litúrgica de la Iglesia y con los ejercicios de devoción más
sencillos, con la oración personal y con momentos de silencio, con la contemplación
que surge del corazn de cada hombre, “teniendo puestos nuestros ojos en las
manos de nuestro Dios y Seor”.
Alabemos al Señor a ejemplo de la santísima Virgen, a quien la Iglesia
considera la tota pulchra, la “toda hermosa”, la mujer en la que se concentran la
belleza de la primera creación y la de la nueva creación. Que ella nos haga tomar
conciencia de los dones de Dios y que cada eucaristía se convierta cada vez más en
la alegría cristiana, que n os impulse a cantar la alabanza del Señor con los mismos
sentimientos del corazón de María. Reyes de la tierra, canten al Señor.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)