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Salmos diarios, Ciclo I, Año Impar. Explicados
VII Semana de Pascua
Viernes
Salmo 102
Bendigamos al Señor, que es el rey del universo . En la respuesta que dimos
al salmo se nos presenta a Cristo como Rey, nosotros somos en su reino los
sacerdotes de Dios, su Padre. Nuestro Rey nos ha liberado de nuestros pecados con
su sangre. Es el Rey que nos da la paz, el primogénito de entre los muertos,
asegurando así nuestra propia resurrección, sobre el soberano de los reyes de la
tierra.
Cristo es el Rey de bondad y donador de gracia que alimenta a su pueblo, y
quiere reunirlo en torno a Él como un pastor que vela por su rebaño y recobra sus
ovejas de todos los lugares donde estaban dispersas en los días de nubes y brumas
(cf. Ez 34, 12).
El reino de Cristo es, por consiguiente, el reino de la consolación y la paz,
que libera al hombre de todas sus angustias y temores, y lo introduce en la
comunión con el Padre celeste. Se trata de un reino que comienza ya aquí, en la
tierra, pero que tendrá su cumplimiento pleno en el cielo.
Confesar a Jesucristo como Rey del Universo es, en parte, confesar que
Jesucristo lleva a la plenitud el plan de Dios: que el hombre sea Señor de la
naturaleza por su madurez, por la comunión creada en sus relaciones y por el
dominio, respetuoso y digno, de todo.
El reino de Cristo es don ofrecido a los hombres de todos los tiempos, para
que el que crea en el Verbo encarnado “no perezca, sino que tenga vida eterna” (Jn
3, 16). Por eso, precisamente en el último libro de la Biblia, el Apocalipsis, él
proclama: “Yo soy el alfa y la omega, el primero y el último, el principio y el fin”
(Ap 22, 13).
Jesús nos muestra su Señorío y Realeza en la sencillez, apertura y el servicio
de su vida.
Con un Rey así, es posible marchar con alegría a la casa del Señor: nos espera la
Vida Nueva, el Señor de la Paz, el Señor de la Vida, el Defensor de la dignidad de
cada persona.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)