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Salmos diarios, Ciclo I, Año Impar. Explicados
IX Semana del Tiempo Ordinario, Ciclo A
Martes
Salmo 111
El justo vive confiado en el Señor. En los momentos de desasosiego y crisis
podemos encontrar nuestra serenidad y paz en el Señor. Quien camina en su
presencia vive confiado, y más pronto o más tarde encontrará el sentido de su
existir. La confianza en Dios, el abandono en sus manos, la paz que se experimenta
cuando Dios es todo, y dirige todo en la vida de cada uno.
Slo Dios puede “llenar el tiempo” y hacernos experimentar el sentido pleno
de nuestra existencia. Dios ha llenado de sí mismo el tiempo al enviar a su Hijo
unigénito y en él nos ha hecho hijos adoptivos suyos: hijos en el Hijo. En Jesús y
con Jesús, “camino, verdad y vida” (Jn 14, 6), podemos ahora encontrar las
respuestas exhaustivas a las expectativas más profundas del corazón. Al
desaparecer el miedo, crece en nosotros la confianza en el Dios a quien nos
atrevemos a llamar incluso “Abbá-Padre” (cf. Ga 4, 6).
A la confianza humilde se contrapone la soberbia. Un escritor cristiano de los
siglos IV y V, Juan Casiano, advierte a los fieles de la gravedad de este vicio, que
“destruye todas las virtudes en su conjunto y no slo ataca a los mediocres y a los
débiles, sino principalmente a los que han logrado cargos de responsabilidad con el
uso de la fuerza”.
Y prosigue: “Por este motivo el bienaventurado David custodia con tanta
circunspección su corazón, hasta el punto de que se atreve a proclamar ante Aquel
a quien ciertamente no se ocultaban los secretos de su conciencia: „Seor, mi
corazón no es ambicioso, ni mis ojos altaneros; no pretendo grandezas que superan
mi capacidad‟. (...).
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)