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Salmos diarios, Ciclo I, Año Impar. Explicados
Jueves
Salmo 39
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad . Hoy nos vamos a fijar en la fe y
en la voluntad. Por la fe, el hombre somete completamente su inteligencia y su
voluntad a Dios. Con todo su ser, el hombre da su asentimiento a Dios que revela
(cf. DV 5). La Sagrada Escritura llama „obediencia de la fe‟ a la respuesta del
hombre a Dios (cf. Rm 1,5: 16. 26; CIgC 143).
En la fe, la inteligencia y la voluntad humanas cooperan con la gracia divina:
Creer es un acto del entendimiento que asiente a la verdad divina por imperio de la
voluntad movida por Dios mediante la gracia"' (S. Tomas de A., s. th. 22, 2, 9; cf.
Cc. Vaticano I: DS 3010).
“El hombre, al creer, debe responder voluntariamente a Dios; nadie debe
estar obligado contra su voluntad a abrazar la fe. En efecto, el acto de fe es
voluntario por su propia naturaleza” (DH 10; cf. CIC, can. 748, 2). “Ciertamente,
Dios llama a los hombres a servirlo en espíritu y en verdad. Por ello, quedan
vinculados por su conciencia, pero no coaccionados... Esto se hizo patente, sobre
todo, en Cristo Jesús” (DH 11). En efecto, Cristo invitó a la fe y a la conversión; El
no forzó jamás a nadie. “Dio testimonio de la verdad, pero no quiso imponerla por
la fuerza a los que lo contradecían. Pues su Reino... crece por el amor con que
Cristo, exaltado en la cruz, atrae a los hombres hacia El” (DH 11). Por tanto, desde
la fe, hoy digamos al Señor: Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Que María nos enseñe a caminar en la voluntad del Señor. Ella, al su
consentimiento a la palabra de Dios, llegó a ser Madre de Jesús y, aceptando de
todo corazón la voluntad divina de salvación, sin que ningún pecado se lo impidiera,
se entregó a sí misma por entero a la Persona y a la obra de su Hijo, para servir, en
su dependencia y con él, por la gracia de Dios, al misterio de la redención (cf. LG
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Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)