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Salmos diarios, Ciclo I, Año Impar. Explicados
Fiesta de Cristo sumo y eterno sacerdote
Celebramos hoy la fiesta de Cristo sumo y eterno sacerdote. “Todas las
prefiguraciones del sacerdocio de la Antigua Alianza encuentran su cumplimiento en
Cristo Jesús, „único mediador entre Dios y los hombres‟ ( 1Tim 2,5). Melquisedec,
„sacerdote del Altísimo‟ ( Gn 14,18), es considerado por la Tradición cristiana como
una prefiguración del sacerdocio de Cristo, único „Sumo Sacerdote según el orden
de Melquisedec‟ ( Hb 5,10; 6,20), „santo, inocente, inmaculado‟ ( Hb 7,26), que,
„mediante una sola oblación ha llevado a la perfección para siempre a los
santificados‟ ( Hb 10,14), es decir, mediante el único sacrificio de su Cruz”.
(Catecismo de la Iglesia Católica, 1544)
“El sacrificio redentor de Cristo es único, realizado una vez por todas. Y por
esto se hace presente en el sacrificio eucarístico de la Iglesia. Lo mismo acontece
con el único sacerdocio de Cristo: se hace presente por el sacerdocio ministerial sin
que con ello se quebrante la unicidad del sacerdocio de Cristo: „Y por eso sólo Cristo
es el verdadero sacerdote; los demás son ministros suyos, S. Tomás de A., Hebr.
7,4” (Catecismo de la Iglesia Católica, 1545).
“Cristo, sumo sacerdote y único mediador, ha hecho de la Iglesia „un Reino
de sacerdotes para su Dios y Padre‟ ( Ap 1, 6; cf Ap 5, 9-10; 1 P 2, 5. 9.). Toda la
comunidad de los creyentes es, como tal, sacerdotal. Los fieles ejercen su
sacerdocio bautismal a través de su participación, cada uno según su vocación
propia, en la misión de Cristo, Sacerdote, Profeta y Rey. Por los sacramentos del
Bautismo y de la Confirmación los fieles son „consagrados para ser... un sacerdocio
santo‟ (LG 10)” (Catecismo de la Iglesia Católica, 1546).
El hombre ha recibido de Dios la capacidad de ser sacerdote: Cristo es el
verdadero y único sacerdote, los demás son ministros suyos. (S. Tomás de A.,
Hebr. 7,4). Jesucristo, el Maestro, hace la invitación a algunos de entre el pueblo
para que sacrifiquen su propia vida cada día mediante la entrega por otros, a
semejanza de suya. Cristo nos pide que compartamos con Él, ese yugo que Él lleva,
para „interceder‟ por los hombres.
Jesús es el sumo sacerdote que, verdaderamente, puede sentir justa
compasión por nosotros, dado que pagó con „con grandes gritos y lágrimas‟ su
solidaridad con nosotros y „aprendió a obedecer a través del sufrimiento‟. Por eso
permanece ahora siempre vivo en presencia del Padre como memorial santo y
agradable a Dios por todos nosotros.
En cuanto al sacerdocio ministerial, decimos que Jesús quiso elegir de entre
el pueblo a algunos que se consagraran a Él, para continuar en ellos su obra
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salvadora. En efecto, el ministro consagrado posee, en verdad, el papel del mismo
Sacerdote, Cristo Jesús. El sacerdote es asimilado al Sumo Sacerdote Jesús, por la
consagración sacerdotal: goza de la facultad de actuar por el poder y en la
persona de Cristo mismo, a quien representa 1 . En efecto, “Cristo es la fuente de
todo sacerdocio, y por eso, el sacerdote, actúa en representación suya” 2 .
Que todos reverencien a los diáconos como a Jesucristo, como también al
obispo, que es imagen del Padre, y a los presbíteros como al senado de Dios y
como a la asamblea de los Apóstoles: sin ellos no se puede hablar de Iglesia 3 .
Grandeza obliga; así, san Gregorio Nacianceno, siendo joven sacerdote, exclama:
“Es preciso comenzar por purificarse antes de purificar a los otros; es preciso ser
instruido para poder instruir, es preciso ser luz para iluminar, acercarse a Dios
para acercarle a los demás, ser santificado para santificar, conducir de la mano y
aconsejar con inteligencia (or. 2, 71). Se de quién somos ministros, dónde nos
encontramos y a dónde nos dirigimos. Conozco la altura de Dios y la flaqueza del
hombre, pero también su fuerza (ibíd. 74). Por tanto, ¿quién es el sacerdote? Es
el defensor de la verdad, se sitúa junto a los ángeles, glorifica con los arcángeles,
hace subir sobre el altar de lo alto las víctimas de los sacrificios, comparte el
sacerdocio de Cristo, restaura la criatura, restablece [en ella] la imagen [de Dios],
la recrea para el mundo de lo alto, y, para decir lo más grande que hay en Él, es
divinizado y diviniza (ibíd. 73).
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)
1 Cfr. Virtute ac persona ipsius Christi; PÍO XII, enc Mediator Dei
2 S. TOMÁS DE A., STh 3, n, 4).
3 S. IGNACIO DE ANTIOQUÍA, Trall. 3, 1).