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Salmos diarios, Ciclo I, Año Impar. Explicados
X Semana del Tiempo Ordinario
Lunes
Martes
Salmo 118
Míranos, Señor, benignamente . Con este estribillo, que hemos cantado nos
viene a la mente la escena del joven ricos con el Señor: “Maestro, ¿qué he de hacer
yo de bueno para conseguir la vida eterna?” Al joven que le hace esta pregunta,
Jesús responde primero invocando la necesidad de reconocer a Dios como „el único
bueno‟, como el Bien por excelencia y como la fuente de todo bien (Mt 19, 16-19;
CIgC 2052).
El Credo resume los dones que Dios hace al hombre como autor de todo
bien, como Redentor, como Santificador y los articula en torno a los “tres capítulos”
de nuestro bautismo: la fe en un solo Dios; el Padre todopoderoso es el Creador; y
Jesucristo, su Hijo, nuestro Señor y Salvador; y el Espíritu Santo, Señor y dador de
vida, alma de la Santa Iglesia (CIgC 14). Qué más, podemos decir, sino reconocer
nuestra miseria y plantarnos ante Dios que nos mire con benignidad.
El amor de Dios es „eterno‟ (Is 54, 8). Así nos lo enseña el profeta del amor
„… los montes se correrán y las colinas se moverán, mas mi amor de tu lado no se
apartará‟ (Is 54, 10). “Con amor eterno te he amado: por eso he reservado gracia
para ti” (Jr 31, 3). Y san Juan afirma, que “Dios es amor” (l Jn 4, 8.16); el ser
mismo de Dios es Amor. Al enviar en la plenitud de los tiempos a su Hijo único y al
Espíritu de Amor, Dios revela su secreto más íntimo (cf. 1 Co 2, 7-16; Ef 3, 912); El
mismo es una eterna comunicación de amor: Padre, Hijo, y Espíritu Santo, y nos ha
destinado a participar en El.
Míranos, Señor, benignamente . Señor mío y Dios mío, quítame todo lo que
me aleja de Ti. Señor mío y Dios mío, dame todo lo que me acerca a Ti. Señor mío
y Dios mío, despójame de mi mismo para darme todo a Ti (S. Nicolás de Flüe).
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)