Domingo XXVIII del Tiempo Ordinario Ciclo A
Padre Emilio Betancur Múnera
UN APOCALIPSIS SERIO
Los capítulos 24 y 27 son una visin del mundo que la exégesis ha llamado: “el
apocalipsis de Isaías”. No es una visin catastrfica como la presentan los
apocalipsis paganos, “himno de los salvados” llama la Biblia de Alonso Schokel el
inicio de este capítulo “Seor tu eres mi Dios, te ensalzo y te doy gracias, porque
realizaste planes admirables, asegurados desde antiguo…fuiste baluarte del
desvalido, baluarte del pobre en el peligro, reparo en el aguacero, sombra en la
canícula. Porque el ímpetu de los tiranos es aguacero en el invierno, es canícula
estival el rumbo de los bárbaros; tu mitigas la canícula en sombras de nubes,
ahogas los cantos de los tiranos” (Is 25,1ss)
La visión salvífica que el profeta tiene del pasado le permite advertir en el presente
que en el futuro, por el triunfo sobre los tiranos, habrá una humanidad unida y
pacifica que preparará en la mesa puesta sobre un monte platos suculentos, vinos
exquisitos y manjares sustanciosos, todos signos de la paz. Terminadas las
guerras, las guerrillas y los secuestros, los sufrimientos, la corrupción y las
inequidades todos los pueblos, el país, estarán en fiesta.
La fuente de esta alegría radica en que “la muerte y los signos de muerte serán
destruidos para siempre y el Señor enjugará los rostros y borrará de toda la tierra
la afrenta de su pueblo” (primera lectura).
Recordemos que estos capítulos están escritos antes y después del exilio de
Babilonia ¡no es el desplazamiento un exilio y la pobreza una inequidad!
El centro del texto es esta frase: “Es el Seor quien lo ha dicho (prometido) y el
Salmo 136 afirma: “tu recuerdo Seor, es alegría”
El Salmo es un eco, una verificación de la lectura de Isaías. Lo prometido en el
texto Isaías se realiza si “el Seor es nuestro Pastor” porque nada nos podrá faltar.
Para un creyente toda separación del pastor produce la muerte moral.
Los manjares suculentos del monte son reemplazados por las verdes praderas para
reposar, las fuentes tranquilas para reparar las fuerzas, el sendero justo de las
promesas, la seguridad de la vara y el callado, junto a la presencia en las cañadas
oscuras.
La seguridad del creyente hacia el futuro se apoya en la experiencia del amor y
solicitud de Dios después de tanto tiempo: Cuando nos asecha la soledad o la
angustia hay que mantener a flor de labio. “Aquel día se dirá: Aquí está nuestro
Dios, de quien esperábamos, él nos ha salvado” (Is 25,9).
DINERO E INEQUIDAD
La carta a los Filipenses fue probablemente escrita hacia el año 50 en Éfeso. Pablo
agradece la ayuda económica enviada con Epafrodito, la que aprovecha para hacer
una catequesis sobre el uso de los bienes: “Yo sé lo que es vivir en la pobreza y
también tener de sobra”, estoy acostumbrado a todo: lo mismo a comer bien, que a
pasar hambre, a la abundancia que a la escasez… ustedes han hecho bien en
socorrerme cuando me vi en dificultades”. Pero se trata de sufrir estoicamente o
resistir a nombre de una ideología, porque agrega Pablo: “todo lo puede en aquel
que me conforta”.
El dinero tiene bien ganado el nombre de riqueza pero también puede originar
pobreza, cuando se convierte en una esclavitud, por ello es sabio no consideramos
dueños sino administradores. No pocas veces, y de eso es un pésimo ejemplo
nuestro país, la riqueza acumulada engendra inequidad y pobreza; es más fácil
superar la pobreza que vencer la inequidad. La sabiduría esta en ser buenos
administradores de lo nuestro en servicio de los otros. En las ofrendas de la
Eucaristía decimos: “bendito seas Seor Dios del universo por este pan fruto de la
tierra y del trabajo de los hombres que ahora te presentamos, ellos serán para
nosotros pan de vida y bebida de salvacin”
De compartir y compartir se llega al reino de la equidad; es decir, “hacerse amigos
con riquezas de inequidad”.
EL VESTIDO APROPIADO
El evangelio presenta dos parábolas que no tienen continuidad ni parecido: la
invitación a la cena y el rechazo al hombre que no tenía el vestido apropiado, pero
si Mateo los une vale la pena explicar por qué.
La parábola sugiere un escenario político porque los invitados son la élite súbdita
del rey, políticos dependientes del rey que no aceptan la invitación haciéndole un
desaire público, unos se fueron a sus campos, otros a sus negocios y los demás
agarraron a sus siervos, los maltrataron y los mataron. Es la misma violencia que
antes sufrieron los profetas que eran los siervos de ese momento.
El pasaje del rey encolerizado que manda prender fuego a la ciudad interpreta la
destrucción de Jerusalén por Roma (70 A.C) como castigo por el rechazo de su hijo
Jesús.
Algunas tradiciones como lo interpretamos en este texto, se trata del castigo de
Dios por el abandono de la Alianza.
El rey no acaba con la ciudad porque después dijo a los siervos: “la boda está
preparada, pero los invitados no eran dignos” del honor de su invitado, “Id pues a
los cruces de los caminos y, a todos los que encontréis invitadlos al banquete de la
boda”.
“Los cruces de los caminos” eran los sitios escogidos por los pobres para su
mendicidad, la apertura del evangelio es hacia las márgenes de la ciudad.
El rey que prepara el banquete de bodas para su hijo sugiere que se trata de la
alianza de Dios con los hombres, realizada en Jesucristo.
De Isaías al Apocalipsis pasando por el cantar de los cantares; y los libros de la
sabiduría, el amor de Dios por los hombres se describe en términos de amor
conyugal, para Pablo el matrimonio es la unión del hombre y la mujer es la mayor
imagen de la relación de Dios con el hombre.
Con la imagen de los invitados que rechazan venir a la boda Mateo indica la
dificultad del pueblo de Israel para reconocer a Jesús de Nazaret como Mesías.
Este rechazo de Israel no es un obstáculo para realizar la boda sino que favorece la
entrada de todos los pueblos a la fiesta. En la historia de la salvación con
frecuencia de un mal Dios hace salir un bien.
VESTIDO DE BODAS
La segunda parábola: un hombre invitado a última hora entra sin el traje requerido
para participar en la boda. “Amigo, ¿cmo has entrado aquí sin el traje de fiesta?”
Quienes entraron a las bodas tenían el vestido nupcial que era el “bautismo” de
acuerdo al pensamiento del Nuevo Testamento. El vestido del bautismo es un
vestido de matrimonio.
Escuchemos a Pablo: “Hombres amad a vuestras mujeres, como Cristo am a la
Iglesia y se entregó por ella para limpiarla con el baño del agua, la palabra y
consagrarla” (Ef 5,25-26), “Revestíos del Seor Jesucristo y no satisfagáis los
deseos del instinto” (Rm 13,14).
“Los que habéis bautizado consagrándoos a Cristo os habéis revestido de Cristo”
(Gal 3,27). El vestido de bodas no requiere de méritos sino que supone un
revestirse de Cristo la ausencia de traje de uno de los invitados es la incapacidad de
valorar y apreciar la bondad de invitación por parte del rey.
Muchos son los invitados, pero poco los escogidos es para nosotros los creyentes
una advertencia de la parábola. Sólo estamos salvados cuando el Señor entra al
salón para observar a los invitados y reconozca entre los que tenemos el vestido de
bautizados, signo de quien “todo lo puede en aquel que lo conforta” (Jesús)
El banquete del rey es la concreción del festín en el monte de Isaías y el
cumplimiento de la promesa, tú mismo nos preparas la mesa sin el querer de
nuestros adversarios, nos ungen la cabeza con perfumes y llenas nuestras copas
hasta los bordes” (Sal 22).
Isaías 25, 6-10a
Aquel día, el Señor de los ejércitos preparará para todos los pueblos, en este
monte, un festín de manjares suculentos, un festín de vinos de solera; manjares
enjundiosos, vinos generosos. Y arrancará en este monte el velo que cubre a todos
los pueblos, el paño que tapa a todas las naciones.
Aniquilará la muerte para siempre. El Señor Dios enjugará las lágrimas de todos los
rostros, y el oprobio de su pueblo lo alejará de todo el país. -Lo ha dicho el Señor-.
Aquel día se dirá: «Aquí está nuestro Dios, de quien esperábamos que nos salvara;
celebremos y gocemos con su salvación. La mano del Señor se posará sobre este
monte.»
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Salmo 22, 1-3a. 3b-4. 5. 6 (R.: 6cd)
R. Habitaré en la casa del Señor por años sin término.
El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar; me
conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas. R.
Me gula por el sendero justo, por el honor de su nombre. Aunque camine por
cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me
sosiegan. R.
Preparas una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con
perfume, y mi copa rebosa. R.
Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en
la casa del Señor por años sin término. R.
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Filipenses 4, 12-14. 19-20
Hermanos:
Sé vivir en pobreza y abundancia. Estoy entrenado para todo y en todo: la hartura
y el hambre, la abundancia y la privación. Todo lo puedo en aquel que me conforta.
En todo caso, hicisteis bien en compartir mi tribulación.
En pago, mi Dios proveerá a todas vuestras necesidades con magnificencia,
conforme a su espléndida riqueza en Cristo Jesús.
A Dios, nuestro Padre, la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
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Aleluya Cf. Ef 1, 17-18
El Padre de nuestro Señor Jesucristo ilumine los ojos de nuestro corazón, para que
comprendamos cuál es la esperanza a la que nos llama.
EVANGELIO
Mateo 22, 1-14
En aquel tiempo, de nuevo tomó Jesús la palabra y habló en parábolas a los sumos
sacerdotes y a los ancianos del pueblo:
-«El reino de los cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo. Mandó
criados para que avisaran a los convidados a la boda, pero no quisieron ir. Volvió a
mandar criados, encargándoles que les dijeran:
"Tengo preparado el banquete, he matado terneros y reses cebadas, y todo está a
punto. Venid a la boda.
" Los convidados no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras, otro a sus
negocios; los demás les echaron mano a los criados y los maltrataron hasta
matarlos.
El rey montó en cólera, envió sus tropas, que acabaron con aquellos asesinos y
prendieron fuego a la ciudad. Luego dijo a sus criados:
"La boda está preparada, pero los convidados no se la merecían. Id ahora a los
cruces de los caminos, y a todos los que encontréis, convidadlos a la boda."
Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y
buenos. La sala del banquete se llenó de comensales. Cuando el rey entró a saludar
a los comensales, reparó en uno que no llevaba traje de fiesta y le dijo:
"Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin vestirte de fiesta?"
El otro no abrió la boca. Entonces el rey dijo a los camareros:
"Atadlo de pies y manos y arrojadlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el
rechinar de dientes."
Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos.»