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Salmos diarios, Ciclo I, Año Impar. Explicados
XVI Semana del Tiempo Ordinario
Lunes
Salmo 15
Alabemos al Señor por su victoria . Cristo resucitado es el vendedor de la
muerte, del pecado y del mal: por su muerte nos libera del pecado, por su
resurrección nos abre el acceso a una nueva vida. La Victoria de Cristo es nuestra
victoria ¡Gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por nuestro Señor
Jesucristo!” (1 Corintios 15, 54-55.57) .
La carta a los Hebreos expresa en términos dramáticos cómo actúa la
plegaria de Jesús en la victoria de la salvacin: “El cual, habiendo ofrecido en los
día de su vida mortal ruegos y súplicas con poderoso clamor y lágrimas al que
podía salvarlo de la Muerte, fue escuchado por su actitud reverente, y aun siendo
Hijo, con lo que padeció experimentó la obediencia; y llegado a la perfección, se
convirti en causa de salvacin eterna para lodos los que lo obedecen” (Hb 5. 7-9).
La victoria sobre el “príncipe de este mundo” (Jn 14, 30) se adquiri de una
vez por todas en la Hora en que Jesús se entregó libremente a la muerte para
darnos su Vida.
En la última peticin del padrenuestro “y líbranos del mal”, pedimos a Dios
con la Iglesia que manifieste la victoria, ya conquistada por Cristo, sobre el
“príncipe de este mundo”, sobre Satanás, el ángel que se opone personalmente a
Dios y a su plan de salvación.
La victoria del Seor y su promesa de permanecer con nosotros “hasta el fin
del mundo” (Mt 28, 20) son faros de luz que nos iluminan para afrontar con
valentía y confianza los desafíos que se nos presentan. La victoria definitiva es de
Cristo y desde él debemos recomenzar, todos los días la vida la lucha para hacer
nuestra su victoria.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)