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Salmos diarios, Ciclo I, Año Impar. Explicados
XVII Semana del Tiempo Ordinario
Lunes
Salmo 105
Perdona, Señor, las culpas de tu pueblo . Cristo nos consiguió a toda la
humanidad el perdón mediante su sacrificio. Para merecer este perdón y
positivamente, la gracia que purifica y da la vida divina, Jesús hizo la ofrenda
heroica de Sí mismo por toda la humanidad. De hecho, El Credo relaciona “el
perdón de los pecados” con la profesión de fe en el Espíritu Santo. En efecto, Cristo
resucitado confió a los apóstoles el poder de perdonar los pecados cuando les dio el
Espíritu Santo.
En Pentecostés el Espíritu Santo encauza la gran empresa de la regeneración
de la humanidad. Desde ese día, Él continúa atrayendo a los hombres a Cristo,
suscitando en ellos el deseo de la conversión y de la remisión de los pecados y
reconciliando de este modo siempre nuevos corazones humanos con Dios.
El Espíritu Santo actúa como luz interior que lleva al pecador a reconocer el
propio pecado. Mientras el hombre cierra los ojos a la propia culpabilidad, no puede
convertirse: el Espíritu Santo introduce en su alma la mirada de Dios, para que
ilumine la mirada de la conciencia y así el pecador sea liberado de los prejuicios que
ocultan a sus ojos las culpas cometidas. Por esto, los que habían tomado parte en
la condena de Jesús pidiendo su muerte, descubrieron de repente, bajo la acción de
su luz, que su conducta era inadmisible.
Al mismo tiempo que suscita el arrepentimiento y la confesión, el Espíritu
Santo hace comprender que el perdón divino está a disposición de los pecadores,
gracias al sacrificio de Cristo. Este perdón es accesible a todos. Los que escucharon
el sermón de Pedro, preguntan: "Hermanos ¿qué hemos de hacer?". ¿Cómo puede
el pecador salir de su estado? ¡Le seria absolutamente imposible si encontrara
cerrado el camino del perdón! Pero este camino está ampliamente abierto; basta
recorrerlo. El Espíritu Santo desarrolla sentimientos de confianza en el amor divino
que perdona y en la eficacia de la redención realizada por el Salvador.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)