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Salmos diarios, Ciclo I, Año Impar. Explicados
XVII Semana del Tiempo Ordinario
Viernes
Salmo 80
Aclamemos al Señor, nuestro Dios . Esta respuesta que hemos cantado como
respuesta al salmo, nos invitan a adorar a Dios, a la veneración que se le debe, la
veneración que el hombre manifiesta no solamente en lo íntimo de su alma, sino
también con su comportamiento exterior.
La adoración es el primer acto de la virtud de la religión. Adorar a Dios es
reconocerle como Dios, como Creador y Salvador, Señor y Dueño de todo lo que
existe, como Amor infinito y misericordioso. ‘Adorarás al Seor tu Dios y slo a él
darás culto’ (Lc 4, 8), dice Jesús citando el Deuteronomio (6, 13; CIgC 2096).
Adorar a Dios es reconocer, con respeto y sumisin absolutos, la ‘nada de la
criatura’, que slo existe por Dios. Adorar a Dios es alabarlo, exaltarle y humillarse
a sí mismo, como hace María en el Magnificat, confesando con gratitud que El ha
hecho grandes cosas y que su nombre es santo (cf Lc 1, 46-49). La adoración del
Dios único libera al hombre del repliegue sobre sí mismo, de la esclavitud del
pecado y de la idolatría del mundo (CIgC 2097).
Aclamemos al Señor, nuestro Dios , porque nuestra vida “se unifica en la
adoración del Dios Único. El mandamiento de adorar al único Señor da unidad al
hombre y lo salva de una dispersión infinita. La idolatría es una perversión del
sentido religioso innato en el hombre. El idlatra es el que ‘aplica a cualquier cosa,
en lugar de a Dios, la indestructible nocin de Dios’ (Orígenes, Cels. 2, 40; CIgC
2114)
Así, pues, este estribillo, Aclamemos al Señor, nuestro Dios , es una invitación a
“Adorar a Dios, orar a El, ofrecerle el culto que le corresponde, cumplir las
promesas y los votos que se le han hecho, son todos ellos actos de la virtud de la
religión que constituyen la obediencia al primer mandamiento. Padre Félix Castro
Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)