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Salmos diarios, Ciclo I, Año Impar. Explicados
La transfiguración del Señor
La palabra de Dios escuchada nos lleva hoy espiritualmente al Tabor, junto a
los apóstoles Pedro, Santiago y Juan, para admirar extasiados el resplandor del
Señor transfigurado. En el acontecimiento de la Transfiguración contemplamos el
encuentro misterioso entre la historia, que se construye diariamente, y la herencia
bienaventurada, que nos espera en el cielo, en la unión plena con Cristo, alfa y
omega, principio y fin.
A nosotros, peregrinos en la tierra, se nos concede gozar de la compañía del
Señor transfigurado, cuando nos sumergimos en las cosas del cielo, mediante la
oración y la celebración de los misterios divinos. Pero, como los discípulos, también
nosotros debemos descender del Tabor a la existencia diaria, donde los
acontecimientos de los hombres interpelan nuestra fe. En el monte hemos visto; en
los caminos de la vida se nos pide proclamar incansablemente el Evangelio, que
ilumina los pasos de los creyentes.
Pablo VI nos decía que hemos sido creados para la eternidad, y la eternidad
comienza ya desde ahora, puesto que el Señor está en medio de nosotros, vive con
su Iglesia y en ella. El rostro de Cristo es rostro de luz que disipa la oscuridad de la
muerte: es anuncio y prenda de nuestra gloria, puesto que es el rostro del
Crucificado resucitado. En él, la Iglesia, su Esposa, contempla su tesoro y su gloria.
En este episodio admirable, nuestro Señor Jesucristo revela a los Apóstoles
su ‘divinidad’, su identidad ‘mesiánica’ y su ‘misin redentora’.
En efecto, toda nuestra fe se funda en la convicción clara y firme de la
‘divinidad’ de Cristo, Hijo de Dios, que al venir a este mundo, se hizo Siervo
sufriente y Redentor universal.
¡Ojalá que la fiesta de la ‘Transfiguracin’ del Seor confirme en todos
nosotros la verdadera fe en Cristo y refuerce el deseo de conocerlo aún mejor,
como Hijo predilecto de Dios, que se hizo por nosotros camino, verdad y vida!
. Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)