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Salmos diarios, Ciclo I, Año Impar. Explicados
XVIII Semana del Tiempo Ordinario
Sábado
Salmo 17
Yo te amo, Señor, tú eres mi fuerza . La Eucaristía es la presencia salvífica de
Cristo, muerto y resucitado, en medio de su pueblo, el cual quiso quedarse con
nosotros, de modo especial, en el sacramento eucarístico. La Iglesia y todos los
creyentes encuentran en la Eucaristía la fuerza indispensable para anunciar y
testimoniar a todos el Evangelio de la salvación.
La Eucaristía es la luz de las almas y de las sociedades, así como el sol es la
vida del cuerpo y de la tierra. Sin el sol, la tierra sería estéril; es el sol el que la
hace fértil, hermosa y rica… en realidad, el sol obedece a un Sol supremo: la divina
Palabra, Jesucristo, quien ilumina a cada uno venido a este mundo, y quien por la
Eucaristía, Sacramento de Vida, actúa en la persona en las mismas profundidades
de las almas… ” (Eymard, La Presence Reelle, Vol. I). Es de la Eucaristía de donde
sacamos nuestra fortaleza.
El pan de la Eucaristía es fuerza de los débiles: “En efecto, cuando comemos
su carne, inmolada por nosotros, quedamos fortalecidos” (Prefacio de la Eucaristía
I); es consuelo de los enfermos, viático de los moribundos, en el cual Cristo “se
hace comida y bebida espiritual, para alimentarnos en nuestro viaje hacia la pascua
eterna” (Prefacio de la Eucaristía III); es el alimento sustancial que sostiene a
tantos cristianos en su testimonio a favor de la verdad del Evangelio, que han de
dar los diversos ambientes.
La Eucaristía es sacramento del amor de Cristo, con el que permanece en
medio de su pueblo para ser memorial de su sacrificio redentor, alimento y
fortaleza de los fieles. Así, vemos que los mártires mexicanos encontraron en la
Eucaristía la fuerza y valentía para entregar su vida por su pueblo y por su fe, al
grito de: “¡Viva Cristo Rey y Santa María de Guadalupe!”.
Creemos, Jesús, que sobre el altar de tu sacrificio, recuperamos la fuerza de
una débil carne,que no responde siempre a los anhelos del espíritu, pero que tú
transformarás a imagen de tu cuerpo.
Creemos, Jesús, que no has dejado a tus hermanos solos, permaneces
discreto en el sagrario de la conciencia y en el pan y el vino de tu mesa, como luz y
fuerza del débil peregrino.
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Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)