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Salmos diarios, Ciclo I, Año Impar. Explicados
XIX Semana del Tiempo Ordinario
Jueves
Salmo 113
Bendigamos al Señor . Si ayer, comentando el Bendito sea el Señor, como
una actitud de gratitud y adoración a Dios, hoy podemos orientar nuestro reflexión
hacia lo que quiere Dios, según san Juan: adorar a Dios en espíritu y en verdad
(Juan 4:23). Jesús en su conversación con la samaritana le dice: “Llega la hora (ya
estamos en ella) en que los adoradores verdaderos adorarán al Padre en espíritu y
en verdad, porque así quiere el Padre que sean los que le adoren. Dios es espíritu,
y los que adoran deben adorar en espíritu y en verdad” (Jn 4, 23-24).
Era la respuesta de Jesús a la pregunta sobre el lugar del verdadero culto a
Dios, que era el monte Garizim para los samaritanos y Jerusalén para los judíos. La
respuesta de Cristo indicaba otra dimensión del culto verdadero a Dios: la
dimensión interior (“en espíritu y en verdad”).
El Concilio Vaticano HI dice: los que han sido bautizados deben hacerse más
conscientes cada día del don de la fe recibida, aprender a adorar a Dios Padre en
espíritu y en verdad, formándose para vivir según el hombre nuevo en justicia y en
la santidad de la verdad (Cfr. Gravissimum Educationis, 2). Es lo que nos dece san
Pablo. “Renuévense en el espíritu de su mente, y revístanse del hombre nuevo,
creado según Dios en justicia y santidad verdaderas” (Ef 4, 23-24).
Así, pues, al decir, Bendigamos al Señor; es una actitud y expresión de
gratitud y adoración a Dios, y Él quiere que lo adoremos en espíritu y en verdad.
Esta bondad del hombre, esto es, su valor, está en su ser: en su ser “creado según
Dios en justicia y santidad verdaderas” (Ef 4, 24), por tanto, nosotros estamos
llamados a vivir en la justicia, en la verdad y en la santidad: llamados adorar a Dios
en espíritu y en verdad.
Hermanos, hermanas, Bendigamos al Señor: redimidos por Cristo, hemos de
ser nuevas creaturas; es decir, hombres nuevos que se renuevan interiormente,
para destruir el pecado en la propia vida y vivir en la verdad, en la justicia y
santidad que corresponden a los hijos de Dios. A vivir, en una palabra,
agradeciendo a Dios el amor que ha tenido por nosotros, y correspondiendo al amor
divino que nos creó y redimió.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)