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Salmos diarios, Ciclo I, Año Impar. Explicados
XX Semana del Tiempo Ordinario
Miércoles
Salmo 20
De tu poder, Señor, se alegra el rey . La santidad de Dios no es sólo un poder
incandescente, ante el cual debemos alejarnos aterrorizados; es poder de amor y,
por esto, es poder purificador y sanador. Por esto, del poder del Señor se alegra el
rey.
San agustín sobre el poder de Dios, ora sí: Tú eres grande, Señor, y muy
digno de alabanza: grande es tu poder, y tu sabiduría no tiene medida. Y el
hombre, pequeña parte de tu creación, pretende alabarte, precisamente el hombre
que, revestido de su condición mortal, lleva en sí el testimonio de su pecado y el
testimonio de que tú resistes a los soberbios. A pesar de todo, el hombre, pequeña
parte de tu creación, quiere alabarte. Tú mismo le incitas a ello, haciendo que
encuentre sus delicias en tu alabanza, porque nos has hecho para ti y nuestro
corazón está inquieto mientras no descansa en ti (S. Agustín, conf. 1, 1, 1).
Por consiguiente, la alegría del rey por el poder de Dios está en que la
omnipotencia de Dios, está impregnada de ternura y de misericordia. Es un poder
de amor, que siente predilección por los débiles y los humildes. Así vemos en el
misterio de la encarnación y del nacimiento de Jesús, que Dios se ha hecho uno de
nosotros para ayudarnos a encontrar nuevamente el camino que lleva a la felicidad
y a la salvación, que es la alegría plena y para siempre.
Benedicto XVI, al inaugurar su ministerio petrino, afirmó que “no es el poder
lo que redime, sino el amor. (...) Este es el distintivo de Dios: él mismo es amor.
(...) De este amor, de este poder de Dios es del que hemos cantado: De tu poder,
Señor, se alegra el rey .
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)