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Salmos diarios, Ciclo I, Año Impar. Explicados
S an Bartolomé apóstol
Salmo 127
Dichoso el hombre que teme al Señor . El temor de Dios se manifiesta en la
docilidad a los mandamientos de Dios. Llama dichoso a aquel que “ama de corazón
sus mandatos” y los cumple, hallando en ellos alegría y paz. Así, es Dichoso el
hombre cuyo gozo es la ley del Señor.
Distingamos el verdadero temor de Dios del falso. El verdadero temor de
Dios no es miedo, sino más bien don del Espíritu, por el cual se teme ofenderle,
entristecerle y no hacer lo suficiente para hacer su voluntad; mientras que el falso
temor de Dios se funda en la desconfianza en Él y sobre el mezquino cálculo
humano.
Tiene verdadero temor de Dios el que sigue los caminos del Señor (Sal
127,1):
Dichosos los que van por camino perfecto hacia el Señor
Dichoso el hombre que camina en la voluntad del señor.
Dichoso el hombre que medita sus caminos y los orienta hacia Dios.
Dichoso el hombre que ha escogido el camino de la lealtad.
Dichosos los santos porque caminaron siempre en búsqueda de Dios y
del prójimo.
Pero mejor dejemos que hable el salmo uno:
“Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos, ni entra por la
senda de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los cínicos; sino que su gozo
es la ley del Señor, y medita su ley día y noche.
Será como un árbol plantado al borde de la acequia: da fruto en su sazón y no
se marchitan sus hojas; y cuanto emprende tiene buen fin.
No así los impíos, no así; serán paja que arrebata el viento. Porque el Señor
protege el camino de los justos pero el camino de los impíos acaba mal”.
El temor ha sido desterrado por Cristo. “No hay temor en el amor –dice san
Juan–, sino que el amor perfecto expulsa al temor. Pues el temor tiene que ver con
el castigo, y quien teme no ha alcanzado la perfección en el amor. Nosotros
amamos porque Él nos amó primero” (1 Jn 4, 18-19). La voluntad de Dios coincide
con la felicidad. O la felicidad coincide con la voluntad de Dios. Cristo ha venido
para espantar al temor, para darnos la libertad.
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Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)