1
Salmos diarios, Ciclo I, Año Impar. Explicados
XXI Semana del Tiempo Ordinario
Jueves
Salmo 89
Señor, llénanos de tu amor . El hombre, por encima de los bienes terrenales
necesarios para vivir, y por desgracia tan mal repartidos, no puede llenarse más
que con el conocimiento y el amor de Dios, inseparables de la acogida y del amor a
todos los hombres.
El Verbo se encarnó para que nosotros conociéramos el amor de Dios: “En
esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Hijo
único para que vivamos por medio de el” (1 Jn 4, 9). “Porque tanto amo Dios al
mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en El no perezca, sino
que tenga vida eterna” (Jn 3, 16; CIgC 458).
La plenitud de este amor se reveló en el sacrificio de la cruz. En
efecto: “Nadie tiene mayor amor que el que da la vida por sus amigos” (Jn 15, 13).
Esta es la medida del amor de Dios. Esta es la medida de la misericordia de Dios.
Cuando hemos cantado: Señor, llénanos de tu amor, al mismo tiempo que es
una alabanza a Dios, es una invitación a abrirnos al don mayor de Dios, a su amor
que, mediante la cruz de Cristo, se ha manifestado al mundo como amor
misericordioso.
“El amor no pasa nunca” (1Co 13, 8). De ese amor que nunca falla y que
supera toda medida nace la Iglesia, la humanidad redimida por el amor de Cristo y
capacitada, por el don de su Santo Espíritu, para vivir en el amor, que es la plenitud
de la vocación humana.
Te amo, Dios mío, y mi único deseo es amarte hasta el último suspiro de mi
vida. Te amo, Dios mío infinitamente amable, y prefiero morir amándote a vivir sin
amarte. Te amo, Señor, y la única gracia que te pido es amarte eternamente... Dios
mío, si mi lengua no puede decir en todos los momentos que te amo, quiero que mi
corazón te lo repita cada vez que respiro (S. Juan María Bautista Vianney, oración).
.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)