1
Salmos diarios, Ciclo I, Año Impar. Explicados
XXI Semana del Tiempo Ordinario
Viernes
Salmo 96
Alegrémonos ante el Señor . Con nuestro canto podemos fácilmente traer a la
mente la alegría de María en la Encarnación del Divino Verbo: La primera palabra
del ángel a María fe ‘alégrate’, ‘regocíjate’. Es propiamente la primera palabra que
resuena en el Nuevo Testamento, porque el anuncio hecho por el ángel a Zacarías
sobre el nacimiento de Juan Bautista es una palabra que resuena aún en el umbral
entre los dos Testamentos. Sólo con este diálogo, que el ángel Gabriel entabla con
María, comienza realmente el Nuevo Testamento. Por tanto, podemos decir que la
primera palabra del Nuevo Testamento es una invitación a la alegría: ‘alégrate’,
‘regocíjate’. El Nuevo Testamento es realmente ‘Evangelio’, ‘buena noticia’ que nos
trae alegría. Dios no está lejos de nosotros, no es desconocido, enigmático, tal vez
peligroso. Dios está cerca de nosotros, tan cerca que se hace niño, y podemos
tratar de ‘tú’ a este Dios.
La palabra: ‘alégrate, porque Dios está contigo, está con nosotros’, es una
palabra que abre un tiempo nuevo. Ahora, nosotros, en esta celebración, con un
acto de fe, debemos acoger de nuevo y comprender en lo más íntimo del corazón
esta palabra liberadora: ‘alégrate’. Alegrémonos ante el Señor.
Esta alegría que hemos recibido no podemos guardarla sólo para nosotros. La
alegría se debe compartir siempre. Una alegría se debe comunicar. María corrió
inmediatamente a comunicar su alegría a su prima Isabel. Y desde que fue elevada
al cielo distribuye alegrías en todo el mundo; se ha convertido en la gran
Consoladora, en nuestra Madre, que comunica alegría, confianza, bondad, y nos
invita a distribuir también nosotros la alegría.
Este es el verdadero compromiso de nuestro bautismo y confirmación: llevar
la alegría a los demás. La alegría es un verdadero regalo; no los costosos regalos
que requieren mucho tiempo y dinero. Esta alegría podemos comunicarla de un
modo sencillo: con una sonrisa, con un gesto bueno, con una pequeña ayuda, con
un perdón. Llevemos esta alegría, y la alegría donada volverá a nosotros. En
especial, tratemos de llevar la alegría más profunda, la alegría de haber conocido a
Dios en Cristo. Pidamos para que en nuestra vida se transparente esta presencia de
la alegría liberadora de Dios. Alegrémonos ante el Señor, y demos la alegría del
Señor… .
Padre Félix Castro Morales
2
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)